Capítulo 24

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Es temprano en la mañana cuando me despierto. Y me sorprendo como con el pasar de los días me es más sencillo levantarme con mayor facilidad. Además de que ya no siento mi cuerpo pesado como antes, sino que me siento más ligero y con mayor energía.

Supongo que es lo que hace dejar el alcohol y el cigarrillo.

Es como si la motivación hubiera regresado a mi vida, y eso me hace tener fuerza.

Una vez que termino de ducharme y cambiarme ropa, salgo de mi habitación. Al caminar por los pasillos no me cruzo con nadie, lo que me extraña bastante. Aunque luego de recordar todo lo que bebieron anoche, ya deja de extrañarme que no estén despiertos. Todos con resaca, y yo soy el unico sobrio. ¡Ja! Que ironía. 

Bajo a la cocina y me dispongo a hacer funcionar la cafetera. Tomo dos tazas grandes y vierto dentro el café una vez que ya está listo. Agarro con una mano ambas manijas y salgo. 

Regreso arriba y entro en la habitación de Atlas, que al abrir la puerta me invade su aroma, el cuál ya es parte de aquí. El maldito Mushu se apodero del lugar, y ese pensamiento me hace sonreír levemente, en especial al recordar esa sonrisa feliz que se le forma en el rostro cuando dije que está era "su" habitación. 

Lo encuentro dormido en el mismo lugar dónde lo deje anoche, solo que ahora se encuentra boca abajo. Al verlo con más atención, veo que aún lleva puesta mi ropa de dormir. Y eso me encanta. Me da una sensación de pertenencia. Como si él fuera mi mío. 

- Atlas. - lo llamo y deslizo mis dedos por su cabello, apartándoselo de la cara. Él responde lanzando un quejido. Me siento en el borde de la cama, a su lado. - Anda, despierta que te he traído café. 

Abre uno de sus ojos. - ¿Me has preparado café? - pregunta. Su voz suena ronca y baja. 

- Creí que sería hospitalario de mi parte, como anfitrión, prepararte está vez algo a ti. - respondo. - Y dada la nochecita que tuviste anoche, supuse que te vendría bien. 

- Últimamente estás usando muchas de mis palabras en mi contra. 

- Solo para que no te pierdas la dicha de cómo se siente hablar contigo. - digo. Ríe. - ¿Lo quieres, o no? - inquiero con fastidio. - Un café bien cargado ayuda a la resaca.

Sonríe y afirma con la cabeza. - ¿Cómo no voy a aceptar algo preparado por el mismísimo Izan Marshall? 

Se sienta, cruzando una pierna encima de la otra como "indio", para luego tomar una de las tazas entre sus manos, abrazándola. Le da un sorbo y lanza un suspiro satisfecho. Yo no aparto mi mirada de él, quien tiene la suya en la nada, aún somnoliento. Tiene su cabello revuelo, y en su rostro y brazos tiene las marcas de dormir. 

Sin duda de mis formas favoritas en las que lo he visto.  

No puedo dejar de pensar en todo lo que me contó anoche. Ha pasado por tanto, pero aún así no ha permitido que eso le opacara ese sentido del humor, y su forma de tomarse las cosas, siendo directo y sin pensar tanto todo. 

- Atlas... - comienzo a decir, rompiendo el silencio. Gira su cabeza y posa sus ojos negros en mi. - Hay algo de lo que debemos hablar... 

Me mira levantando una ceja. - Sabes, me ahorro tener pareja para así evitarme está clase de conversaciones. 

- Dejemos de lado las bromas, está vez quiero hablar enserio. - hablo con voz firme. Suspiro. - No se si recuerdas algo de anoche...

Queda pensativo, y le da otro sorbo a su taza. - No mucho. Con decirte que ni siquiera recuerdo quien gano la partida de póker. - dice. Hace una pausa. - Y tengo el vago recuerdo de Emiko persiguiéndonos con un candelabro. 

El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora