¿Quién dijo que era un ángel?
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Dakota.
Abrazo a Adele mientras ambas estamos tiradas en el sofá en su camerino. Mi hermana sigue llorando aferrándose a mí de la misma manera. Su cuerpo libera pequeños temblores y puedo escuchar aún sus sollozos.
Ninguna de las dos dice algo, lo único que hacemos es abrazarnos, aferrarnos la una a la otra mientras procesamos que estamos de nuevo juntas.
Peino su cabello negro mientras beso su sien de manera lenta, apoya su cabeza sobre mi pecho.
—Nunca quise hacerte pasar por esto —susurro después de un buen rato de silencio—. Jamás podría herirte de esta manera, Adele.
Hipea y mi corazón se encoge cada vez más.
Siento como abraza más mi cuerpo.
—Nunca dejé de sentirme culpable —susurra de la misma manera. Con la voz rota, en un hilo y entre sollozos—. Aquel día, cuando llegué —prosigue. Toma aire entre cada palabra—, cuando llegué tú ya no estabas ahí.
Un sollozo le desgarra la garganta y corta sus palabras, trago saliva con dureza mientras siento las lágrimas acumularse en mis ojos.
—Tú te fuiste y jamás pude despedirme de ti —prosigue después de unos minutos más—. No pude despedirme de ti porque llegué demasiado tarde.
—Nada fue tu culpa, nena —susurro después de tragar el nudo en mi garganta.
—Yo creía que tal vez podías odiarme por no ir a despedirme de ti —cada vez me es más difícil retener las lágrimas, siento como mis mejillas vuelven a mojarse cuando las lágrimas vuelven a desbordarse de mis ojos—. Luego, todos creímos que habías muerto —siento como su respiración se acelera—. Y jamás pude perdonarme que no pude decirte adiós, que no pude decirte lo mucho que te amaba. Tú te habías ido y yo jamás pude despedirme de ti.
Sus sollozos incrementan, su voz se rompe y puedo sentir como su dolor golpea en mi pecho también, puedo sentir como su dolor termina conmigo de la misma manera.
Me remuevo un poco obligándola a hacer lo mismo. Tomo sus mejillas con ambas manos y la obligo a mirarme, sus ojos se encuentran rojos, llenos de lágrimas e irritados.
—Estoy aquí, ¿sí? —pregunto en un susurro—. Estoy de vuelta y estoy de nuevo contigo —intenta bajar la mirada pero impido que lo haga—. No tienes que pedir perdón por nada ni sentirte culpable de absolutamente nada —sigue llorando y aunque siento como mis muros quieren derrumbarse me obligo a ser fuerte por ella.
Sus ojos coinciden con los míos. Mi corazón se acelera y los recuerdos desde que éramos niñas invaden mi mente haciendo que todo a mi alrededor desaparezca.
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PRÓFUGO
Random"Sigo siendo el villano que te hace pecar y desear más." El tiempo no es capaz de borrar el sentimiento que algún día existió pero sí es capaz de cambiar a las personas y convertirlas en aquello que algún día se negaron a ser. El demonio hizo una p...