Capítulo 40

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"Tu amor tiene lo mejor de mí

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"Tu amor tiene lo mejor de mí."

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Dakota.

Mis ojos se cierran mientras siento como mi espalda se arquea al mismo tiempo que el miembro de Volker se adentra a mi canal de nuevo de una manera ruda y desenfrenada. Cada embestida absorbe una parte de mí que me vuelve más débil pero que al mismo tiempo logra hacerme sonreír.

Hunde el rostro en mi cuello y su respiración agitada golpea mi piel mientras mis manos se aferran a su espalda y mis uñas se entierran en su piel.

Las embestidas salvajes hacen que los gemidos no dejen de salir de mi boca mientras el alemán sobre mí se encarga de cogerme con placer y lujuria logrando que todo a nuestro alrededor desaparezca.

Sus jadeos y gemidos se mezclan con los míos, mi cuerpo se adapta al suyo y la manera en que coincidimos hace que mi interior se contraiga y acelere sin cesar.

Mi cuerpo entero se tensa y la última embestida se hace presente antes de que mi interior reciba cada maldita gota de él quien al igual que yo está completamente tenso, le cuesta respirar y el sudor nos cubre a ambos mientras una delgada sábana cubre nuestros cuerpos desnudos.

Cierro mis ojos y puedo sentir como mi cuerpo comienza a relajarse lentamente, mi pecho se mueve con desenfreno mientras siento como la mano de Volker deja de apretar mi piel de manera lenta. El olor a sexo nos inunda pero a ninguno parece molestarle eso.

De manera lenta Volker sale de mi interior, se deja caer en la cama a mi lado y solo soy capaz de acercarme a él, uno mi boca a la suya, no duda en aceptar mi beso, sus labios se mueven con los míos, nuestras bocas danzan juntas y nuestras lenguas se acarician con ternura. Hunde una de sus manos en mi nuca acercando mi boca más a él y logrando que el beso se torne más profundo, exquisito y oscuro.

Apoyo una de mis manos en su pecho y con lentitud desciendo sobre su piel, mi tacto es lento sobre su piel canela, me encargo de hacerle saber lo mucho que me gusta tocarlo y tenerlo cerca.

Mi mano se detiene cuando llego a su miembro, mismo que comienzo a acariciar con lentitud y en respuesta recibo un pequeño gruñido de su parte haciendo que mis labios sonrían en medio del beso que siguen protagonizando nuestras bocas.

No me privo de acariciar su pene de arriba a abajo, con lentitud y delicadeza recorro su falo, acaricio la cabeza y masajeo sus testículos mientras siento como su polla comienza a despertar de nuevo hasta que está completamente erecta una vez más.

Nuestras bocas no se separan, su mano sigue en mi nuca dejando en claro que no quiere que me aleje ya que se encarga de aprisionarme junto a él.

Me las arreglo para removerme, mi cuerpo comienza a acomodarse sobre él, mis piernas se abren en torno a su torso y jadeo cuando nuestros sexos rozan.

PRÓFUGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora