Capítulo 38

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¡ADVERTENCIA!

Este capítulo contiene material delicado, se recomienda discreción y responsabilidad. 

Este capítulo contiene escenas de abuso sexual, maltrato infantil y violencia. 

Si decides leer, que sea bajo tu responsabilidad y si decides leer recuerda que puedes detenerte o dejar de hacerlo si crees que debes o quieres hacerlo. 

Aquí nadie es obligado a leer, así que no te presiones a hacerlo. 

"Viene una tormenta de la que no puedes escapar

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"Viene una tormenta de la que no puedes escapar. Las lágrimas están cayendo como la sangre y la lluvia."

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Borka Velikov.

La puerta frente a mí es abierta y el primer sonido que llega a mis oídos son los gritos desesperados que se impregnan a todo mi alrededor haciendo que una sonrisa se pinte en mis labios mientras camino con mi gente de seguridad detrás de mí.

Mi vista viaja de un lado a otro mirando las ciento de mujeres que están siendo separadas y agrupadas en diferentes secciones.

Los gritos desesperados y desgarradores alimentan mi interior porque me gusta escuchar a la gente pedir piedad y misericordia, me gusta escuchar los lamentos llenos de impotencia, dolor, tristeza y clemencia. Tal como ahora.

—Separen a las vírgenes, esas serán mandadas al burdel bajo —escucho a uno de mis hombres y uno de los encargados del almacén hablar.

—Dejen a dos vírgenes —hablo yo mientras meto mis manos en las bolsillos de mis pantalones—. Esta noche habrá una reunión, serán un presente para unos de mis socios.

Obedecen. Camino hasta quedar frente al pequeño grupo de mujeres que se encojona, mis ojos miran a todas y cada una de ellas, repaso a cada una, mis ojos detallan a cada una de las putas que tengo frente a mí pero detengo la mirada justamente en dos.

—Esas —señalo con mi barbilla a ambas.

Uno de los hombres se acerca y toma a ambas por sus brazos para sacarlas con fuerza del círculo, se acerca con ambas hasta que las tengo frente a mí.

Saco una de mis manos y levanto esta hasta que acaricio el cabello castaño de una de ellas. Mis ojos miran a detalle sus ojos y la rabia en mi interior parece activarse al instante cuando un par de ojos verdes coincide con los míos.

La imagen de una mujer llega a mi cabeza y la rabia se enciende y consume en cada poro cuando la puta frente a mí me recuerda a la puta de Kingston.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunto con voz dura mientras coloco un mechón de su cabello detrás de su oreja.

PRÓFUGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora