"Sigo siendo el villano que te hace pecar y desear más."
El tiempo no es capaz de borrar el sentimiento que algún día existió pero sí es capaz de cambiar a las personas y convertirlas en aquello que algún día se negaron a ser.
El demonio hizo una p...
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"Todo el mundo quiere ser mi enemigo."
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Borka Velikov.
La paciencia nunca ha sido mi fuerte. No al menos cuando no recibo resultados que se inclinen a mi favor. Tal como ahora.
—El hospital central de Turquía sigue en manos de la OMPC, señor —uno de mis hombres habla.
—¡¿Crees que no lo sé?! —mi voz resuena en toda la habitación terminando con la maldita tensión en todo el jodido ambiente.
Estoy cabreado. Estoy que me lleva la misma mierda y nada de esta miseria va a poder arreglarse.
¡Maldita perra hija de puta!
Mi pecho se mueve con desenfreno. Siento como mi sangre se calienta de rabia.
Todo está saliendo de la mierda.
Mataron al líder de los turcos, tomaron el hospital central de Turquía, debilitaron a Vasil y no sé qué mierdas más está planeando la perra de Kingston.
Mis puños se aprietan tanto que mis manos comienzan a doler.
—Lárguense todos —ordeno mientras giro y veo como todos los hombres aquí salen de inmediato.
Mi respiración está alterada mientras comienzo a caminar de un lado a otro. Los turcos han vuelto a quedarse sin líder y con eso están jodiéndome de nuevo porque no puedo tenerlos de mi lado hasta que tengan un líder encabezándolos una vez más.
No puedo evitar tomar uno de los jarrones de decoración aquí y estrellarlo en uno de los muros mientras la rabia sigue consumiéndome.
Sé que no debo perder la compostura, sé que no debo salir de mis casillas y sé que no debo dejar que las jugadas de Dakota Kingston me afecten, pero, es difícil mantenerse cuerdo cuando comienza a atacarme sin saber sus jodidos movimientos.
Sigo caminando de un lado a otro mientras pienso en lo qué haré y el hecho de que la tableta sobre la mesa comience a proyectar el ícono de videollamada me hace ir hasta ese punto mientras acepto esta.
—¿Cómo estás? —la voz de Esmeralda resuena del otro lado haciendo que mi quijada se apriete.
—¿Preguntas cómo estoy? —suelto sarcástico—. ¿En verdad me preguntas cómo estoy? —elevo una ceja mirándola a través de la pantalla y viendo como me mira de la misma manera—. Tienes que estarme jodiendo para hacer preguntas tan estúpidas, Esmeralda.
La mujer del otro lado solo me mira, sus ojos verdes coinciden con los míos aún a través de la pantalla y el solo verla me aumenta la rabia.
—No sabía que atacaría Turquía, ¿ok? —suelta después de unos minutos—. Sabes que de haberlo sabido hubiese hecho algo al respecto.
