Flashback 01: Bienvenida al exilio, perra.

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Prisión de alta seguridad de la OMPC

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Prisión de alta seguridad de la OMPC.

Dakota Kingston.

—¡Una Kingston! ¡Una maldita Kingston! —los gritos taladran en mis oídos. Siento como la sangre que brota de mi boca llena todo mi paladar. Intento escupir pero termino siendo golpeada de nuevo, mi cuerpo se estampa con uno de los muros y el golpe logra que todo a mi alrededor se desestabilice—. ¡¿Qué se siente, perra?!

Una patada llega a mi estómago y el aire desaparece.

—¡Esto es por la mierda que hicieron tus padres! —vuelven a golpearme. Cierro los ojos con fuerza y mis oídos comienzan a llenarse de zumbidos que acaban con todo a mi alrededor.

Siento como toman mi cabello en un puñado y levantan mi rostro, mi corazón late con tanto desenfreno que siento que saldrá de mi cuerpo. Puedo sentir como la sangre de mi boca escurre por mi barbilla, siento que voy a ahogarme con mi propia sangre.

—Hija de Ethan Kingston y Hunter O'Brien —miro al hombre frente a mí quien sonríe mostrando sus dientes amarillentos y su barba mal arreglada, sus ojos en un color marrón oscuro me miran con burla, con odio y con rencor—. Gracias a tus padres estoy aquí —mi pecho se altera sin control cuando estampa mi nuca con el muro detrás de mí, el golpe ocasiona que todo a mi alrededor dé vueltas—. ¡Mírame, mírame cuando hablo, maldita bastarda!

Intento fijar mi vista en él pero solo logro ver sus siluetas. La vista comienza a fallarme gracias a los golpes.

—¿Creíste que no sabríamos quién eres? —pregunta otro de los hombres—. Sabes que todo se sabe aquí, Poison.

Sé perfectamente que todos saben quién soy gracias a los guardias, esos idiotas fueron quienes se encargaron de que ahora todos sepan que servía para la OMPC.

—Una agente exiliada —me ponen de pie a las malas, siento que mi cuerpo poco a poco deja de responderme—. Aquí no son tan valientes como lo son cuando están afuera, ¿verdad, agente?

Miro a ambos lados del pasillo. Miro a los guardias que se supone están cuidando los pasillos, mismos guardias que tienen la misión de evitar estos tipos de enfrentamientos entre prisioneros, pero, sé que no harán nada para ayudarme. Pretenden que no está sucediendo nada.

—¡Responde, hija de puta! —el que me sostiene acorrala mi cuerpo contra el muro y él mismo.

Lo miro con lentitud, me duele todo el maldito cuerpo y siento que mis piernas están débiles. Creo que caeré en cualquier momento y creo que si caigo ya no podré levantarme de nuevo.

—Siendo parte de la OMPC o no, soy igual de letal —respondo con lentitud, mis ojos arden cuando el dolor comienzo a volverse insoportable.

Mi cabeza se encarga de dar carcajadas llenas de sarcasmo e ironía porque ahora mismo estoy mintiendo. No soy letal, no soy fuerte, no soy valiente. Creo que he perdido todo aquello que me identificaba.

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