El viento caliente agitó el cabello de Isabella. Pequeños mechones y cabellos de color zanahoria se movieron con lentitud. Jonathan ensó que incluso en ese momento, se veía hermosa.
—Perdóname... —murmuró por primera ves después del relato de la pelirroja.
Esta lo miró sin comprender a que se feria.
—Perdóname por irme. Si yo hubiera estado aquí, hubiera cuidado de ti, y ese bastardo nunca te hubiera siquiera mirado.
Isabella apretó los labios.
—Pero te fuiste. No es algo que nosotros pudiéramos controlar. Esa es la verdad.
Extendió la mano para tomar la de el rubio, este no se negó y entrelazó sus dedos.
—Lo bueno de esto... Es que aprendí de mis errores y no volveré a dejar que me lastimen. Ya no necesito que alguien cuide de mi.
Jonathan no evitó enchuecar el gesto. Él quería ser quien cuidara de ella, pero estaba más que claro, que la Isabella que había conocido se había ido con él a los 14. Y nunca la volvería a ver.
—Cuando lo vea lo voy a matar...
Algo en su tono de voz le demostró a Isabella que no estaba bromeando. Lo cierto es que ella quería que eso pasara, no le resultó perturbadora la imagen del rubio matando a alguien, pero no quería que lo hiciera.
—Si se acerca a mi, por supuesto que puedes matarlo. Mientras tanto, lo mejor será mantener distancia.
El rubio abrió la boca para decir algo.
—Por favor...
Sus ojos azules grisáceo le demostraron lo mucho que rogaba que lo dejara estar, no podía simplemente ignorar aquello. Eran pocas ocaciones en las que Isabella le pedía algo. La cosa era, que esa vez, ella se estaba dejando ver tal y como era, una chica vulnerable y lo estaba haciendo ni mas, ni menos que con Jonathan Grey. Sólo por ese hecho, el rubio accedió.
Se esforzaron por evitar por completo a Rainar, Isabella no quería volver a tener que enfrentarse a él, no quería darle la oportunidad de demostrarte lo mucho que la seguía afectando su presencia. Jonathan y ella se hacían cada vez más cercanos, todos los días, sin falta, los gemelos, Milie, Jonathan e Isabella se reunían en las gradas para pasar el rato mientras hablaban de puras trivializases, o en ocasiones, los cinco se encontraban en el tejado del almacén del instituto, ahora que Isabella estaba en otras clases, ya no se veía tan a menudo con Milie, pero si con los gemelos y el rubio que demostrarían ser más inteligentes de lo que parecían.
Desde esa tarde donde Isabella se había abierto con Jonathan, todo había cambiado. La forma en como se miraban, se hablaban, e incluso su sarcasmo usual. Ese, ante los ojos de los demás, fue el inicio de su historia...
Las hojas de Isabella iban volando por los pasillos mientras corría detrás de ellas. Sin esas hojas, el ejercicio de las ecuaciones de Maxwell estarían incompletos. Se agachó logrando agarrar una de ellas, cuando se levantó, su cuerpo se tensó al ver los ojos marrones de la persona que más odiaba en todo el mundo. La sonrisa socarrona que adornaba su cara la hizo ponerse a la defensiva, había estado pensando en los últimos días que no podía perder el control enfrente de él. Pero también sabía que necesitaría la ayuda de sus hermanos.
— Isabella... — sonrió mientras se incorporaba al igual que ella que apretaba las hojas en su pecho — Hace mucho que no nos veíamos, Bellita.
La sensación que le causó escuchar su nombre salir de los labios de aquel hombre que era una escoria, no le causó más que asco.
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Si me amas... Adorarás a mis hermanos. (1)
Teen FictionRecuerdo a mamá abrochar mi cinturón de seguridad con las manos temblando, asustada. No comprendía que era lo que estaba pasando. Papá entra en el carro y mamá igual, ella es la copiloto, papá maneja a toda velocidad. Miró a mamá que me mira. - Pase...