Deudas saldadas.

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Uno de los soldados que estaban sujetando a Theresa se sintió alarmado al ver las intenciones de su compañero.

—¿Qué estás haciendo? Nunca dijiste nada sobre tocarla.

El cabello de la nuca de Theresa se erizó al escuchar aquella voz, su cerebro no estaba en condiciones de poder entender lo que pasaba ya que estaba centrado en encontrar una forma de deshacerse de esas cuatro personas que amenazaban su integridad... De nuevo.

—Ustedes tranquilos, será rápido. ¿No quieren acaso pasar también?

Los demás se miraron entre sí.

—Pues, mientras no cause problemas. —respondió otro.

Theresa volvió a agitarse con fuerza, se negaba a que la historia se repitiera. Ahora era fuerte, no había manera en la que volvieran a lastimarla. Gruñó furiosa zarandeando las piernas cuando la sujetaron para levantarla, sintió la pelvis de su agresor arremeter contra ella con fuerza en medio de sus piernas entre risas, sintió colera recorrerle el cuerpo.

—Será más fácil si te quito ahora el pantalón.

Aún con los vanos esfuerzos de Theresa por liberarse, sintió los dedos fríos de su compañero meterse en el pantalón y rozar fugazmente sus genitales sobre la ropa interior. El botón del pantalón se desabrochó seguido del cierre. Theresa gritó furiosa cuando se lo bajaron trozando la tela dejándola expuesta. Se agitó con fuerza.

—¡Suéltame cabrón!

—¿Qué está pasando aquí?

Los movimientos bruscos y forcejeos se detuvieron en ese momento, Theresa miró la persona que estaba a unos metros de ellos.

Jordan.

Miró a sus compañeros.

—¿Qué estás haciendo? ¿Dave?

El aludido sonrió.

—Nos deshacemos de la niñita. —la señaló —Pero también pensamos que podríamos divertirnos un poco antes de lanzarla por el precipicio. Y no es por nada, pero a mi me gustaría correrme dentro de ella.

Jordan miró a Theresa en ese momento, sujetada y sometida por cuatro personas, el labio sangrando, la playera hecha jirones dejando ver lo pálida de su piel tras rasgar la chamarra, miró la forma en cómo su compañero arremetía contra ella sujetando sus piernas con el pantalón rasgado más allá de la altura de los muslos, solo un poco más y la dejarían sin ropa. Una extraña e incómoda sensación de peligro se desató por su cuerpo. Miró de nuevo a sus compañeros.

—¿Están hablando enserio?

Dave tiró de Jordan para ponerlo frente a la pelirroja.

—Puedes ser el primero. Siempre quisiste hacerle el mayor daño posible.

Theresa volvió a agitarse quejándose por lo bajo cuando soltaron sus piernas haciendo que sus talones golpearan en suelo con fuerza, Jordan la miró sintiendo su cuerpo temblar. Una cosa era quererla herida de gravedad, otra muy diferente era atentar contra su integridad incluso como mujer.

No, él podía ser muchas cosas, menos un violador.

En un rápido movimiento le asestó un puñetazo a uno de sus compañeros que sujetaban a la pelirroja dándole libertad en ese instante, Theresa no dejó escapar aquella oportunidad. Un grito de dolor resonó en el pasillo en el momento en el que el pie de la pelirroja impactó con fuerza en los testículos de su agresor. Este cayó al suelo entre gemidos de dolor.

La persona que la sujetaba del otro brazo se alertó por el ruido.

—¡Tessa ya basta!

Su rostro se giró de nuevo al recibir otro golpe. Theresa la miró tratando de saber quién estaba bajo ese estúpido pasamontañas.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora