Sueños extraños.

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—¿Estás de mal humor?

Eros levantó la mirada a Isabelle y dejó su teléfono en al sillón, traía puesta la playera que hace unos momento Eros traía.

—¿Porqué estaria de mal humor?

Isabelle se sentó en las piernas de su amigo, pasando sus dedos por el dorso desnudo y tonificado de Eros.

—Por cierto problema pelirrojo. —Eros encaró una ceja —A mi también me ha estado causando dolores de cabeza.

—Piensa que no pasará la primer prueba.

Isabelle chasqueó la lengua.

—Se subestima demasiado, y no se si eso deba ser bueno o malo.

Eros no se sentía cómodo hablando sobre Theresa con Isabelle, no cuando ella estaba al corriente de sus sentimientos por la chica con cuerpo de niña. Pasó sus dedos por el cabello azabache de su amiga y lo hizo a un lado dejando la piel de su cuello expuesto, se acercó dejando un beso húmedo en él. Isabelle suspiró con satisfacción.

—No mas charla de los críos... —murmuró Eros rozando los senos de la pelinegra bajo su playera.

Isabelle sonrió mordiendo su labio.

—Me parece bien.

Sus manos fueron directamente a la entrepierna del castaño, no anduvo con rodeos a la hora de meter la mano bajo su pantalón y comenzar a masturbarlo, Eros soltó un gruñido por lo bajo sujetando el largo cabello de la chica en un puño y tirando de el para poder devorar su piel, su otra mano fue a las orilla de la playera y se la sacó haciendo que lo soltara por un momento. Miró sin pudor alguno el cuerpo desnudo de su amiga, Isabelle era preciosa, con marcadas curvas en su cuerpo y unos pechos enormes, Eros podía sentir la humedad de la chica traspasar su pantalón, ese era el efecto que solía tener en ella, Isabelle había dejado de sentirse cohibida ante él, le gustaba su cuerpo y se sentía segura con él, además, ella estaba consciente de lo que pasaría a continuación.

Una de las manos de Eros fue de nuevo a su cabello, tirando de él para que ella inclinara la cabeza para atrás, la besó sin ningún tipo de cuidado, sin ternura, solamente con salvajismo, tal y como los dos preferían, Isabelle jadeó con fuerza en su boca al sentir los dedos de Eros deslizarse en su interior, su erección se puso tan dura que estremeció por completo el cuerpo de la pelinegra. Sus dedos rodearon con fuerza el cuello de Eros, tiró de él tomándolo como soporte, comenzó a mover las caderas de un lado a otro pidiendo mas contacto con él. Eros se alejó moviendo más rápido los dedos.

—Si quieres que te folle solo pídemelo.

Isabelle gimió con fuerza sin importarle si le escuchaban, se restregó con mas fuerza en él.

—Eres un cabrón. —gimoteó.

Con un rápido y duro movimiento, la hizo gemir de nuevo. Isabelle abrió los ojos sujetándose del cuello de Eros.

—¿Me vas a... Obligar a.. Decirlo?

Eros sonrió con maldad. Isabelle protestó cuando se detuvo.

—Nunca dijiste que querias.

La chica lo tomó del rostro.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora