Victoria.

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Theresa tragó con dificultad apenas puso un pie en la sala de entrenamiento. Podía sentir todo su cuerpo pesado, alarmas en su cabeza le gritaban que retrocediera y saliera corriendo de se lugar antes de que la lastimaran de gravedad. Sin embargo, se quedó parada mirando a su alrededor. La primera en notar su presencia, fue Isabelle que sonrió con sorna, quería ver si era tan buena con los golpes, como para interferir en sus asuntos.

Theresa titubeó queriendo irse.

—¡Tessa, a la plataforma, Alexander, también!

<<Maldita zorra.>>

Eso.

Theresa miró a su alrededor, toda la atención estaba en ella, ya no podía salir corriendo. Respiró hondo antes de comenzar a caminar a la plataforma, donde se habían concentrado la mayoría de compañeros.

—Tu puedes Tessa. —susurró Caleb cuando pasó por su lado.

Su pecho podía sentir el martilleo acelerado de su corazón, los dedos de las manos los tenía helados y sentía una descarga de adrenalina que le recorría el cuerpo. Se detuvo abruptamente cuando la mano de Eros la sujetó de la muñeca.

—¿Recuerdas lo que te dije? —Ella asintió —Se valiente, Tessa.

Cuando la soltó, retrocedió un paso. Theresa lo miró por unos segundos antes de entreabrir los labios para dejar salir el aire y después subió a la plataforma, sintiendo las piernas como gelatina.

—Sin contemplaciones. —murmuró Isabelle al castaño que subía a la plataforma.

Este asintió antes de encontrarse en el centro con la pelirroja. Ella respiró lentamente, sintiendo que en cualquier momento le iba a dar un ataque de pánico. Tragó con dificultad y miró a los lados.

—¡Vamos Tessa! —animó Sue.

La aludida asintió antes de pasarse las manos por el cabello y así poner algunos mechones detrás de las orejas, levantó los brazos poniéndose en guardia. Podía sentir un agudo pitido en sus oídos mientras miraba a su compañero. No solo era más grande, encabezaba la lista de los más fuertes.

—¡Comiencen! —canturreó Isabelle.

Theresa se apresuró a retroceder y esquivar los puños de su compañero hasta que salió de la plataforma. Bajó los primeros escalones para no caer. Pequeñas risas se escucharon a su alrededor.

<<No seas coyona y sube de una vez.>>

Tensó la mandíbula y subió de nuevo. Ya no era una chiquilla indefensa, se dijo así misma.

Pelea.

Apenas uno de sus pies tocó la plataforma, se quitó con los latidos más desbocados que antes, sintiendo el aire que el golpe de Alexander casi lograba darle. Se apresuró a levantar los puños y a retroceder mientras esquivaba. Era rápida, con eso contaba, si lograba cansarlo lo suficiente, podría ganar...

Edward gruñó al caer de nuevo al suelo de espaldas, la tierra se levantó a su alrededor y su playera de manga larga había terminado manchada de pasto.

—Nick, trata de contenerte. Nos vas a lastimar. —se quejó.

El pelinegro se encogió de hombros. Él era el más delgado y débil de los seis. Isabella los miraba con su cuaderno de dibujos en las piernas. Consideraba que sus hermanos no necesitaban entrenar artes marciales entre ellos, eran los mejores en clase.

—Yo creo que debería ser lo contrario. —encaró una ceja.

Christian, que venía con una bolsa de lechuga congelada en el hombro, arrugó el gesto.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora