¡Oh diablos...!

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Theresa arrugó un poco el gesto al sentir él aguja atravesar su piel para llenarla de pintura. Al otro lado, Caleb soltó un aullido haciendo reír a los demás.

—No puedo creer que Tessa se esté haciendo un segundo tatuaje. Ni siquiera se por que si se hizo el primero a la última hora. —sonrió Sue que terminaban de hacerle el suyo.

Theresa miró su clavícula donde podía ver la tinta de su primer tatuaje.

—Si, se está volviendo más malota. —secundó Caleb.

La pelirroja rio sin poder evitarlo. A lo largo de esas cuatro semanas, se había dado cuenta de lo buenas personas que eran sus amigos, cualquier casualidad de la vida que los hubiera unido, no estaba arrepentida de ello.

—¿Sabes con quien te tocará mañana? —cuestionó Sue una vez salían de establecimiento donde se habían tatuado.

—Ni idea, pero lo se que si se, es que, en definitiva, será mucho más grande que yo.

—Todos son más altos que tú, Tessa. —se burló Caleb.

La aludida le dio un codazo juguetón, antes de que los tres rieran al mismo tiempo.

—Bueno, pues, disfrutemos nuestra última noche intactos, porque puede que mañana nos vallamos a enfermería.

—Creo que si quedo fuera de la primera ronda, podría regresar a mi vida. Después de todo, fue mi padre el que me metió en todo esto. —Susurró Sue.

—Yo... Creo que no estaría mal volver a empezar de nuevo. Bueno, es algo frustrante al inicio, pero creo que podría vivir con eso. —comentó Caleb.

Ambos miraron a Theresa que se quedó pensativa.

—¿Y tu Tessa?

—A mi no me queda de otra. —pasó los dedos por su brazo derecho  donde se había hecho su segundo tatuaje.

Una curva de una sola línea con un pequeño aspecto abstracto al de un dragón: Valentía para combate.

Eso es lo que significaba.

El dragón le había recordado a todos y cada uno de sus hermanos. Ellos siempre habían sido valientes, sin importar que.

—Si me llegaran a sacar, tendría que empezar mi vida desde cero. Aunque mi familia me acepte de regreso, yo se que ese no es mi lugar... —mordió su labio —Este mundo es mi lugar. A pesar de los peligros, siento que pertenezco aquí. Y no me quiero rendir.

—Ese pensamiento me gusta. —señaló Caleb.

—Pero es muy deprimente. —río Sue.

Theresa sonrió de lado antes de que sus amigos se sorprendieran con un puesto por el que estaban pasando. Suspiró acercándose al local donde se habían metido, antes de que pudiera encontrarlos siquiera, alguien tiró de su brazo cubriéndole la boca. Su primer instinto fue meter una de sus piernas entre las de el tipo que la tenía, tiró de su brazo e hizo palanca con su cintura logrando lanzarlo por encima de ella. Sus latidos estaban desbocados y se apresuró a tensar su dorso levantando los puños, tal y como Eros le había dicho. Había funcionado a la perfección.

Jonathan cayó de espaldas al suelo con fuerza, arrugó el gesto y se esforzó en poder respirar. El rostro de Theresa se descompuso en uno de completa sorpresa.

—¡Jace!

—No me esperaba... Eso...

Theresa le sujetó la mano ayudando a que se sentara en el suelo, el rubio volvió a arrugar el gesto antes de poder hablar de nuevo.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora