Ser Osada.

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Theresa miró con cierto recelo la tabla que estaba en la entrada del espacio de entrenamiento. Su nombre estaba hasta el final de la fila. Entre los nacidos en el mundo de las sombras y los trasladados, ella ocupaba el puesto número 42. Se pasó la mano por el rostro. A ese paso, acabaría fuera antes de las evaluaciones. Un compañero de la planta superior les había informado que, al final de las 10 semanas del entrenamiento físico, quien estuviera en rojo, se iría.

Caleb mordió su labio con preocupación.

—¿Qué pasa si nuestro nombre sigue en rojo al final de la primera prueba?

El hombre que les había ido a explicar las reglas del "juego" meneó la cabeza.

—Serán expulsados. Por motivos de seguridad no podrán regresar con su familia, así que tendrán que volver a empezar. No podrán hablar de esta organización, aunque esa parte ya la tenemos cubierta. Solo me queda desearles suerte. Muchos de ustedes tendrán que volver a hacer sus vidas.

—O morir como cobardes. —todos miraron a Isabelle que se cruzaba de brazos —Aqui no damos segundas oportunidades. Quien aproveche la única, se queda, quien no, bueno, puede elegir cortarse las venas.

Theresa aún recordaba la forma en cómo su cuerpo se había estremecido por cómo Isabelle había dicho esas palabras. Como si la vida humana fuera nada para ella. Agitó la cabeza regresando la mirada a la tabla. No había marcha atrás. Ella había elegido esa vida. Y ahora tenía que sobrevivir y ser de las mejores.

Arrastró los pies hasta quedar frente a uno de los costales para las prácticas. Los demás estaban en la plataforma, dado que eran 24 y ella ya había peleado, y perdido, se había quedado sin pareja.

Pasó sus dedos por la dura capa de lona que cubría el costal, era más dura que los costales que sus hermanos utilizaban para practicar. Suspiró cerrando los ojos y levantando la guardia. Su puño golpeó con fuerza el costal. El dolor se expandió rápidamente hasta llegar a su muñeca. Gruñó por lo bajo tensando los músculos y después volvió a golpear el saco regresando a su posición original.

No se iba a dejar vencer. No lo iba a hacer.


Después de una hora golpeando el saco hasta lograr que sus puños ya no dolieran, se acercó a la sección de plataformas donde Caleb se encontraba recibiendo puñetazos de Jordan. Había algo en ese tipo que hacía que el estómago de Theresa se contrajera. No le agradaba en lo absoluto.  Caleb cayó al suelo con un golpe seco, Jordan levantó los brazos como vencedor, pisando descaradamente y cínicamente el pecho de Caleb.

Theresa se acercó sin pensárselo dos veces.

—Quítale el pie de encima. —ordenó.

Jordan bajó la mirada, una sonrisa de burla se formó en sus labios al ver a la diminuta chica.

—Ya ganaste, déjalo en paz.

Con un manotazo, hizo que Jordan se alejara.

—La siguiente serás tu, niñita.

Theresa se estremeció tras la amenaza. Sabía que Jordan no era de los tipos que bromeaban, para ser un "Trasladado" mostraba demasiado frialdad a la hora de querer deshacerse de sus rivales. Se apresuró a tenderle la mano a Caleb para ayudarlo a bajar de la plataforma.

—¿Estás bien?

—Si. —limpió la sangre de su nariz —Gracias por intervenir.

Theresa se encogió de hombros.

—¿Y ahora?

Miró a su alrededor divisando a Sue lanzar a su contrincante lejos de ella, sacándolo de la plataforma.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora