Recuerdos...

1.5K 69 1
                                    

Isabella se miró en el espejo después de haberse dado una ducha más larga de lo normal, sus ojos dejaban ver cansancio, desde aquel sueño no pudo volver a dormir, aquellos pequeños fragmentos que se habían quedado en su mente se habían desvanecido como si de nuves grises y espesas se trataran. Se había quedado un buen rato en la bañera, recordando cuando había llegado a su nueva familia. Desde que tenía cinco años, los Fray habían cuidado de ella, le habían enseñado a ser autosuficiente y lo más importante, a que se cuidara por si sola. Recordó la promesa que le había hecho a su madre años atrás; nadie le haría daño...

No de nuevo.

Al terminar de vestirse, bajó a la sala al encuentro con sus hermanos, se llevó una gran sorpresa ver que los chicos aún no habían despertado. Era raro, ellos siempre se despertaban primero que ella debido a que era amante del "Arte del dormir" como ella le decía.

A la edad de 15 años se había ido a vivir con sus hermanos, Esme y Carryck iban a visitarlos de vez en cuando, Isabella había estudiado en diferentes Institutos a los de los chicos, aunque ese año se había ganado un intercambio por dos razones: tenía excelentes calificaciones y le rompió la nariz a un compañero de preparatoria, Sean Dowsen. Isabella tenia un carácter algo pesado, lo que en ocasiones les dificultaba las cosas a las personas de su entorno, por lo general se mostraba tranquila y amable, pero cuando realmente algo le disgustaba no se mordía la lengua ni se detenía a pensar para hacerlo notar.

Su mente en ese momento estaba nublada, sabía que tenía que cambiar de actitud antes de que sus hermanos bajaran a desayunar, Christian y Nicolas la conocían tan bien que solo bastaría con darle una mirada para saber lo que pasaba por su mente.

Isabella en ocasiones pensaba que era un libro abierto... Para niños lentos, muy lentos.

Caminó a la cocina con el fin de hacer el desayuno, habitualmente los encargados de esa área eran Nicolás y Christian. Después de un rato, los pasos perezosos de alguien resonaron en las escaleras, Isabella sonrió divertida al identificarlo tan rápido.

–Buenos dias, Bella.

Harryson Fray, uno de sus hermanos menores le saludó con una sonrisa. Llevaba el cabello negro agitado como de costumbre, son sus ojos color avellana llenos de ese brillo característico del gracioso de la familia, llevaba unos pantalones de mezclilla azules y una playera blanca que dejaba ver el tatuaje de su dorso.

– Buenos dias Harry.

Harryson recordó el día que habían conocido a la pequeña Isabella, era extremadamente callada, tímida y asocial, su cabello color zanahoria fue lo primero que había llamado la entera atención de Harryson, sus ojos de color azulgrisaseo le parecían tan profundos y expresivos, sin embargo, no había un brillo especial en ellos, no sabían cual era la historia de aquella pequeña que había llegado a sus vidas, pero se ganó el afecto de los seis niños con facilidad a pesar de su aparente frialdad, con una sola mirada lograba doblegar a los seis a su alrededor para hacer lo que ella quisiera según su conveniencia, incluidos Nicolas y Christian que eran las cabezas de la familia y se negaban a seguir las ordenes de otras personas que no fueran sus padres, ninguno de ellos la había visto llorar, o al menos en lo que respecta a Harryson no. Él y su hermano Tyler eran menores que ella, pero se veía como si fuera todo lo contrario.

Nicolas había propuesto meterla en clases de boxeo por su seguridad, una idea que fue inmediatamente descartada por sus padres, deseaban alejarla lo más que pudieran de la violencia, desafortunadamente habían fallado estrepitosamente en su objetivo.

Nicolás despertó lleno de cansancio, suspiró con pesadez pesándose la mano por la cara en un intento de ahuyentar el enorme sueño que tenía. Sus actividades nocturnas habían interferido más de lo esperado. Miró la hora en su teléfono suspirando con pesadez. Se le había hecho tarde. Se pasó la mano por la clavícula y se levantó yendo directamente al baño para verse en el espejo. No había marca alguna en su pálida piel. Afortunadamente la herida ocasionada hace unas horas había sanado con increíble éxito. Asintió una vez saliendo para vestirse. Tomó su cazadora negra saliendo de la habitación para ponérsela mientras bajaba las escaleras. El dolor presente en su cuerpo era claro recordatorio de que, a pesar de ser el mejor en lo que hacía, no estaba exento a que le mataran.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora