Jonathan dejó las llaves en el recipiente ovalado que se encontraba en la entrada de la casa. Isabella fue a sentarse directamente a uno de los sofás y miró con cuidado al rubio. Posiblemente no iba a lograr que le dijera que había sido lo qué pasó con el hombre castaño, pero su reacción le iba a dar más indicios de donde buscar.
Jonathan sabía que la chica lo estaba observando, suspiró con pesadez odiando la tediosa idea de tener que mentirle, justamente a ella, la conocía bien para saber que iba a querer saber que había pasado.
—¿Qué pasa? —se giró a ella.
—¿Mmm?
Se sentó a lado de la pelirroja.
—¿Qué pasa?
—Creo que la pregunta es para ti. —inclinó la cabeza. —¿Qué fue todo eso?
—¿Te refieres al tipo que te encontraste? —Isabella asintió una vez —Nada.
—Y me vas a decir que no lo conocías. —inquirió con un tono borde.
El rubio arrugó el gesto.
—Por supuesto que no lo conozco. ¿Porqué lo iba a hacer?
—Jonathan no soy tonta. —giró los ojos —Ya deberían de dejar de subestimarme. Yo se lo que vi.
—¿Y que viste? O ¿Qué crees haber visto?
Isabella tensó la mandíbula.
—Se lanzaron puñales con la mirada.
—Y tú deberías de saber que lo haría con cualquiera que se te acercara.
—¿Entonces me vas a decir que fueron celos? —se burló con descaro.
Jonathan se levantó.
—Velo como quieras. No deberías relacionarte con todo el mundo. No todos son buenos.
Aquello la hizo enojar. Se puso de pie de un salto y le lanzó su mochila a la cabeza. Jonathan perdió el equilibrio cayendo al suelo. Se giró a la chica viéndola como si le hubieran salido dos cabezas.
—¡¿Y eso por qué?!
—Por idiota. —dijo con las manos hechas puños —Yo se que no todo el mundo es bueno, Jonathan. No necesito que me lo recuerdes.
Al escuchar aquello, entendió que había metido la pata.
—Bella...
—¿Sabes que? Déjalo estar. No necesito saber nada. No quiero saber nada.
Giró en sus talones y tomó sus cosas para ir a su habitación. Jonathan se apresuró a levantarse para seguirla y disculparse, recibió un golpe en la nariz cuando la chica cerró la puerta con fuerza.
Se tambaleó mientras sujetaba su nariz y se maldijo por ser un idiota.
El lápiz en los dedos de Isabella se dobló tanto que terminó rompiéndolo por la mitad, suspiró con frustración mirando la tarea de Historia en su cuaderno. Isabella suspiró exasperada. Miró su computadora de reojo y después mordisqueó su pulgar preguntándose si estaba lista para saber el contenido del correo electrónico que recibió.
Entonces frunció el entrecejo. Sus hermanos no estaban en casa. Algunos se iban con sus amigos después de clases, pero Christian y Nicolás siempre regresaban a tiempo para la comida. Sacó su teléfono para marcar al mayor de los seis, pero como si lo hubiera invocado, pudo ver la llamada entrar a su teléfono.
—Bella.—dijo a penas descolgó.
—Chris, ¿Donde están?
—En el hospital.
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Si me amas... Adorarás a mis hermanos. (1)
Teen FictionRecuerdo a mamá abrochar mi cinturón de seguridad con las manos temblando, asustada. No comprendía que era lo que estaba pasando. Papá entra en el carro y mamá igual, ella es la copiloto, papá maneja a toda velocidad. Miró a mamá que me mira. - Pase...