No es real...

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Theresa movía con impaciencia el pie derecho. Se encontraba en una enorme sala blanca, en una banca de espera, a su alrededor estaban sus compañeros y los iniciados nacidos en la agencia. Hace tiempo que Sue y Caleb ya habían pasado a su primera clase de simulación. Theresa estaba impaciente por pasar, pensó que Eros se estaba tomando mucho tiempo, la mayoría de sus compañeros tardaban en salir de veinte a treinta minutos. La chica no quería volver a pasar por lo que había pasado la última vez que le quisieron sacar un diagnóstico de miedo. No quería volver a sentirse así. Pero era parte de su preparación, no le quedaba de otra. Mordió con fuerza su labio esperando a que fuera su turno. Se preguntaba cuál sería el miedo que su cerebro le haría experimentar. Ciertamente estaba con la mente revuelta.

Haberse enterado que tenía un primo había derrumbado todo lo que había creado. No se sentía segura con respecto al pelinegro, había sido de los primeros en entrar. Había tardado quince minutos en su prueba. Theresa se alegró al saber que estaría en la sección de soldados nacidos en la agencia. No quería tener que verle la cara todos los días. Se esforzaba por no pensar en él todo el tiempo que podía. No podía hacer nada para cambiar ese hecho.

Finalmente, cuando la puerta se volvió a abrir, la chica sintió una enorme descarga de adrenalina recorrerle todo el cuerpo. No sabía cómo, pero estaba segura de que era su turno. Podía sentir la mirada de su instructor. Levantó la mirada en su dirección.

—Tessa.

Se levantó con lentitud mirando a su alrededor, algunos soldados estaban pálidos ante la expectativa, otros parecían estar inquietos por querer pasar de una vez. Respiró hondo, limpiando el sudor de sus manos en su pantalón y caminando a Eros. Este se hizo a un lado para dejarla entrar. La silla en la que Theresa tendría que recostarse era diferente a la de su primera prueba. Había un cojín al rededor de la parte donde iba su cabeza, había reposa brazos y un enorme cable con una ajuga fina en donde tenía que recostar la cabeza.

—Toma asiento.

Se estremeció al escuchar la voz de su instructor. Apretó los labios caminando con lentitud a la silla y sentándose con cuidado. Eros se situó detrás de ella comenzado a mover los cables de la silla. Theresa quiso saber que hacía.

—Voy a conectarte a la máquina. —explicó el castaño poniéndose a su lado y presionando comandos en la computadora frente a él. —Voy a traspasar tu nuca para poder llegar a tu cerebro.

Theresa parpadeó varias veces.

—¿Traspasar mi nuca?

—De esta forma somos más puntuales en poder ver tus miedos. —Theresa lo vio preparar una jeringa —Este suero hará reacción en tu cerebro, va a provocar que la parte que se encarga del miedo reaccione. —Eros la miró unos segundos antes de suspirar y sentarse en el banco para acercarse a la chica—Tessa, esto no es real... ¿De acuerdo? Pero tienes que tener cuidado. Esta prueba no es como la que hacen para saber el porcentaje de cada soldado.

Theresa frunció el gesto.

—Comienzas a asustarme.

Eros negó.

—La mente es poderosa, esta etapa es la etapa más peligrosa y dura, si dejas que tus miedos te dominen, pueden destruir tu mente. Si te matan dentro de las simulaciones, mueres aquí.

La chica se inclinó hacia delante.

—Dijiste que no es real.

Por mero reflejo, Eros tomó su mano para tranquilizarla.

—El cuerpo humano no es nada sin la mente. Así que, cual sea que sea tu miedo, véncelo... ¿De acuerdo?

—¿Qué pasa si no puedo?

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora