Felices 18.

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Apenas la puerta fue abierta, todos los Fairchild giraron sus cabezas. Un torbellino pelirrojo entró lanzándose a su hermanos.

—¡Chicos!

El primero en estrujar entre sus brazos a la joven fue Edward. Theresa rio bajó mientras la dejaban sin aire, Tyler empujó a su hermano.

—A un lado, me toca.

Theresa soltó una risita al ser abrazada por cada uno de sus hermanos. Eros se quedó en una esquina cruzado de brazos y mirando el lugar. El único asunto que tenía que resolver en aquel lugar, era ponerse de acuerdo con los Fairchild para que vieran a la pelirroja. No se arrepentía absolutamente de nada. Ver la enorme sonrisa que se le había formado en los ojos a la joven hizo sentir a Eros el ser más afortunado del mundo y como si no hubiera sido suficiente, le había correspondido el beso. Joder ese beso había sido el mejor que había tenido en toda su puta vida. Aún podía sentir los labios rosados de Theresa sobre los suyos, besándolo con ímpetu y dejando que su lengua acariciara la suya. No importa el tiempo que pasara, la sensación seguía estando fresca en sus labios.

El carraspeo del rubio a su lado lo hizo girar el rostro.

—Usar a las personas que ama... Que truco tan más viejo.

Eros no lució molesto o exasperado por su comentario.

—¿Ahora de que hablas?

—Theresa no sabe lo que quiere por ahora. Así que deja de tratar de ganártela a cambio de hacer cosas por ella, por que eso es manipulación.

Eros giró los ojos.

—No soy como tu. —se giró por el —Y déjame decirte una cosa sobre ella. Tessa sabe perfectamente lo quiere y lo que no. Así que deja de meterte donde no te llaman, Grey. No es una moneda de cambio. —lo miró —Y lo que ella desee solo podrá obtenerlo de mi.

Jonathan se le acercó de una zancada pretendiendo hacer algo, Marcus frunció el gesto el ver la mano de su hermana.

—¿Se puede saber que fue lo que te pasó en la mano?

La pelirroja carraspeó de forma incómoda, removiendo la mano enyesada para cubrirla con su cuerpo, no funcionó, Christian le tomó la mano con cuidado.

—No es nada...

—¿Nada? —la miró Nicolás—Tus nudillos están rotos.

La joven quiso saber cómo es que su hermano sabía aquello, recordó que había muchas cosas de los Fairchild que no conocía entorno a ese mundo, así que decidió callar.

Nicolás la miró de forma seria.

—Tessa...

Eros se tensó. Estaba más que seguro que la joven no querría que sus hermanos se enteraran del intento de asesinato entre sus compañeros reclutas, la miró actuar con tranquilidad, maquinando alguna mentira que no levantara sospechas.

—He dado un golpe demasiado fuerte en el entrenamiento. Me han enfrentado a otra sección con alguien que era casi el triple que yo.

Harryson y Tyler se asomaron entre los más grandes.

—¿Lo venciste?

Theresa encaró una ceja, a su instructor no le sorprendió saber lo buena que era para engañar a los demás, aunque sabía lo mucho que ella odiaba mentir y engañar.

—No sólo lo venció —llamó la atención de todos —lo noqueó.

Las miradas incrédulas fueron a la pelirroja, se encogió de hombros escuchando los alagos y burlas de sus hermanos. Miró a Eros agradeciéndole con la mirada, el castaño curveó ligeramente las comisuras de sus labios en una sonrisa tierna y tranquila. Jonathan tensó la mandíbula desviando la mirada. ¿Qué tenía Eros y él no?

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora