La chica osada.

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Las puertas de la enfermería se abrieron con un estrépito dejando ver a Daniel Desmont entrar con un porte intimidante. Isabelle se quedó quieta  solo unos microsegundos antes de volver a suturar la herida de Theresa. La mirada de Daniel fue directamente a la pelirroja, la escuadriñó con la mirada queriendo saber lo que pasaba por su mente en ese momento, Theresa endureció el gesto al interceptar su mirada.

—Apártate de ella, Izzy.

La pelinegra lo miró con sorpresa.

—Señor, esta herida.

—Di una orden.

Theresa se levantó de la silla donde se encontraba, Daniel se acercó a ella de una zancada, por mero impulso, Theresa quiso retroceder al tenerlo frente a frente, por primera vez, la mirada que le daba la intimidó. A pesar de eso, se quedó completamente quieta. Eros se tensó dando un paso al frente, Isabelle le sujetó la muñeca para detenerlo.

La tensión era enorme en ese momento, la chica podía escuchar sus latidos en los oídos. Tragó con dificultad, las piernas comenzaron a temblarle, si no fuera por el constante dolor en el hombro y las manos, había actuado de manera asustadiza.

—¿Tu eres la chiquilla de la que todo el mundo habla?

Theresa se estremeció al escucharlo, apretó las manos en puños siento la sangre de nuevo comenzar a recorrer su piel, con el miedo recorriendo todo su cuerpo. La voz de Daniel, estando a centímetros de ella, asustaba más de lo que a ella le habría gustado admitir. Las alertas en su mente se dispararon, tragó con dificultad mordiendo su labio.

<<Si te orinas te mato.>>

Theresa carraspeó haciendo tiempo.

—No tengo ni la menor idea, Señor, no he tenido tiempo de ponerme al corriente con el cotilleo de los demás.

Isabelle aguantó la respiración al escuchar la osadía con la que se atrevía a contestarle a su superior. Cualquiera que estuviera en todos sus sentidos sabría identificar que no podía encarar sin más al líder de Akagetzu. Pero claro, aquella chiquilla de cabello pelirrojo no era como los demás.

Daniel miró a la pelirroja con fijeza, tratando de buscar y encontrar que era lo que la hacia tan diferente a los demás, a todos los iniciados que habían nacido en la agencia. Todos estaban preparados para enfrentarse a una muerte inminente, pero ninguno hizo nada para salir con vida, una simple novata con cuerpo de niña había hecho todo el trabajo, había sido mas valiente, se había sobrepuesto a sus miedos y había actuado. Y los mas impresionante, había salido victoriosa. Tener en cuenta lo inexperta que era solo hacía las cosas más peligrosas para ella. ¿Cómo era posible que pudiera liderar toda la expedición? Daniel quería saber que tanto sabía esa niña sobre su mundo. Que no tuviera preparación anterior ninguna y aún así actuara, la hacía peligrosa. Muy peligrosa.

—Tienes muchas agallas para haber hecho un plan tan arriesgado, destruiste una propiedad.

—Si no me arriesgaba no iba a ser capaz de cambiar nada y todos estaríamos muertos. Y tengo por entendido que aquella propiedad ya estaba en ruinas antes de que se me ocurriera ocuparlas para salvar a mis compañeros.

—Tomaste muchos riesgos.

—¿Usted que hubiera hecho?

—Un plan infinitamente mejor.

—¿Con cuánto tiempo? Nosotros estábamos en medio de un tiroteo y para ser una novata, según me entero, fue la mejor decisión.

—No si saliste herida, Tessa.

Theresa tensó la mandíbula, ese hombre la estaba viendo como si de una niña se tratara, no podia entender, como a pesar de haber salvado a sus compañeros reclutas, recibía aquel trato.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora