La hora gris.

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Nicolás se pasó la mano por el cabello recargando el otro brazo en la barra. A lo lejos, entre los rayos de luz de colores diferentes, miró a su hermano, Marcus, coquetear con una de las meseras que lo había atendido desde que ambos habían llegado. Suspiró cerrando los ojos por unos momentos, aún no comprendía por qué su hermano mayor y él rubio habían insistido en enviarlos ahí como guardaespaldas de dos personas que ni siquiera le importaban.

Milie se encontraba a unos metros hablando con Larry de algo que les causaba gracia, Dereck estaba en el baño de mujeres tirandose a una morena exorbitante, nada que le sorprendiera al pelinegro. Suspiró de nuevo centrándose en todo el lugar, la música, los gritos, risas, incluso el aroma a sudor humano podía percibirlo en ese instante. ¿Para que se supone que cuidaban a los Greanger? Como fueran las cosas, nunca iba a comprender la necesidad de su hermano por darle información por recados, era algo que hasta la fecha iba a odiar, Jonathan se había mantenido escéptico ante algo que tuviera que ver con Theresa.

Nicolás suspiró con pesar, dentro de una hora, sería el cumpleaños de su hermana. Su verdadero cumpleaños. No entendía como hace pocos meses planeaban hacer algo especial para ella y ahora se encontraba lamentando todos los errores cometidos. Saber que Eros estaba con ella para cuidarla calmaba algunos de sus estragos. Su hermana era competitiva por naturaleza, no le sería nada nuevo que destacara en todo, y solo por ese hecho ya quisieran deshacerse de ella. Se dijo así mismo que si tan solo pudiera tenerla con él unos instantes para asegurarse de que estaba bien, no volvería a pedirle nada a nadie ni a la vida.

—Cuando Christian dijo que querías venir, imaginé que era verdad.

Nicolás levantó la mirada a la castaña a su lado. Milie ladeaba la cabeza queriendo saber lo que pensaba el joven.

—¿Ah?

—¿Porqué estás aquí, Nick? Realmente.

El aludido abrió la boca para poder contestar, nada que no fuera las sospechas y dudas de que podía estar en peligro acudieron a su mente. Probablemente no sería nada bueno que se lo revelara a la niña con él.

Milie giró los ojos.

—Todos ustedes han estado raros desde que Bella se fue... Usualmente yo no tendría que ver nada con ustedes, sin embargo, aquí están, ustedes dos cuidando del casanova de mi hermano, de mi novio y de mi. ¿Esperas que crea que sólo están aquí por convivir?

Nicolás la miró en total silencio, Milie no era de esas chicas que se intimidaban con facilidad. Era demasiado curiosa para su propio bienestar, le preocupaba que "La curiosidad matara al gato".

—No te vas a rendir ¿Verdad?

Milie negó. Solo en ese momento Nicolas entendió por qué su hermana se había hecho su amiga. Había algo en ella que le recordaba a la pequeña pelirroja.

—Es complicado.

—Descomplícalo.

Nicolás sonrió de lado jugando con el vaso de vidrio vacío en sus dedos. Milie meneó la cabeza recargándose en la barra.

—Yo te lo facilito. Todo esto tiene que ver con la supuesta ida de Bella a Europa ¿No?

Nicolás la miró en silencio, la joven asintió.

—¿Sabes? Me he enterado de muchas cosas imposibles e inimaginables estas semanas.

—¿Cómo...?

—Como el hecho de que Dereck y yo somos adoptados y nuestros padres no planean decírnoslo.

Aquello llamó su atención.

—¿Cómo?

—¿Ahora si vamos a hablar en serio?

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora