Juego de guerra.

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Theresa ladeó la cabeza al ver a su amigo en los dormitorios, frunció ligeramente el gesto, se suponía que debería de estar en el comedor. No le pasó por desapercibida la actitud de miedo y estrés en el cuerpo del chico.

—¿Caleb?

El mencionado levantó la mirada rápidamente, se removió en su cama jugueteando con las manos de manera nerviosa, Theresa se sentó a su lado analizando cada facción de su rostro.

—Sue y yo queríamos saber porque no estabas en el comedor.

Caleb carraspeó pasándose la mano por el cabello, dejándolo agitado en el transcurso.

—No tengo hambre. No después de mi simulación.

Theresa asintió despacio. Era desagradable tener que comer después de haberte enfrentado a tus miedos. Al manos eso es lo que ella creía. En lo personal, después de haberse enfrentado a sus miedos, Theresa tenía hambre, mucha. Había notado que con las prácticas y simulaciones su apetito había aumentado. Era de las pocas que se atrevía a comer después de enfrentarse a algo desagradable que se reproducía en su mente continuamente. Esos eran los efectos de enfrentarse a tu propia mente.

—Puedo comprenderlo... —asintió con tranquilidad.

Theresa se sentía extraña en ese momento, tal vez no era bueno aquello, pero ella pensaba que estar con alguien inestable en ese momento hacía que ella fuera la centrada en la conversación. Como fueran las cosas, no le agradaba ver la cara de su amigo llena de incertidumbre, miedo y peligro.

—¿Quieres hablarlo?

Caleb la miró en ese momento. Sus ojos fueron directos, llenos de una seriedad que la pelirroja nunca le había visto.

—¿Cómo eres capaz de lucir como si nada después de tus simulaciones?

Theresa se quedó muda por un instante. Era verdad que ella parecía ser la más tranquila en todo el escuadrón de trasladados, pero no esperaba que fuera algo raro. Ella también se cuestionaba por qué después de ver y revivir tantas cosas, ella seguía tranquila con su mente.

—Fue duro al inicio. —murmuró lamiendo sus labios y mirando sus dedos con los hematomas sanando —Es decir, es frustrante luchar contra tu propia mente, te hace ver una y otra vez tus miedos. Las noches no eran mis favoritas después de todo...

—Pero aún así logras controlarlo. Eres la más rápida, por mucho.

Theresa se tensó por un instante, el suficiente para que Caleb lo notara.

—Lo controlas... —murmuró.

La joven se removió un poco antes de mirar a su amigo.

—No es real, Caleb. Nada de lo que ves es real...

—Es sencillo decirlo cuando despiertas... Cuando eres capaz de estar despierta dentro de la simulaciones.

Theresa se tensó en ese momento. Caleb la miró en completo silencio analizando la respuesta corporal de su amiga. No mostró señales de perturbación. Theresa endureció el gesto.

<<Lo sabe...>>

<<El no puede seguir con vida si lo sabe.>>

<<Nos va a delatar.>>

Theresa ignoró todos aquellos pensamientos, no alejó la mirada de su amigo ni por un instante. Haciendo uso de la situación a su favor, se inclinó a él después de asegurarse de que nadie estuviera escuchándolos.

—Eres un Perfecto...

Caleb lució altamente nervioso y descubierto en ese momento. Su mirada recorrió inmediatamente a su amiga buscando algo con lo que pudiera lastimarlo, para su sorpresa, Theresa estaba completamente relajada, sin nada que indicara peligro. La joven ya había notado cierto comportamiento extraño en su amigo, nunca se le había ocurrido pensar que fuera como ella, aquello solo podría llegar a ser una mera suposición. Se alejó del joven ladeando la cabeza.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora