Theresa bufó de nuevo después de que la chica de cabello azabache terminara de amarrarle una venda en la pierna.
—Yo podía hacerlo sola.
El castaño estaba mirando a los alrededores para asegurarse de que nadie fuera por ellos. Se limitaba a mirar de vez en cuando a la pelirroja que parecía estar todo el tiempo a la defensiva.
Theresa miró a los desconocidos mientras fruncía el entrecejo. La mujer de cabello azabache ladeó la cabeza divertida.
—¿Esta es tu arma? Tengo que admitir que te viste bien usándola.
Theresa se levantó de un brinco sintiendo dolor en su pierna en el momento en el que la pelinegra metió la mano en su chamarra y sujetaba su espada. Observó la empuñadura de plata, tratando de buscar algún botón que hiciera que se activara.
—Devuélvemela.
—No es muy útil cuando la hoja no de despliega. —la ignoró. Sonrió al encontrar un símbolo que conocía bien. —Está es una espada de los Grey. ¿Conociste a Jonathan?
Agitó la mano quitándole importancia y soltando un bufido divertido.
—¿Parqué pregunto? Es obvio que lo conociste, se la pasó toda su vida cubriéndote la espalda, él y los Fairchild. —río divertida —Y mira donde terminaste doce años después.
Theresa dio un zancada y le sacó la pistola que llevaba en el cinturón. El castaño y su compañera la miraron con cansancio. Seguía siendo tan impulsiva como siempre.
—Devuélvemela.
El arma se sentía tan pesada y fría en su mano, que Theresa no creyó que fuera capaz de disparar, pero se dijo que eso era algo que ellos no lo sabían. Utilizó las dos manos para sujetar la pesada arma y separó los pies por mero impulso, la pelinegra se tensó. Conocía bien la mirada en los ojos azules de la pelirroja y no estaba jugando al amenazarla con un arma.
El castaño dio un paso al frente.
—Suelta eso que te puedes matar, niñita.
—Dile a tu novia que me la devuelva. —sentenció sin siquiera mirarlo.
El aludido apretó los labios.
—No me vas a disparar. —murmuró la peligra.
—¿Quieres descubrirlo?
Tras unos segundos de estar retándose con la mirada, la chica de cabello azabache chasqueó la lengua y estiró el brazo para entregarle la empuñadura, Theresa la tomó antes de regresarle al arma.
—Tenemos que irnos. —escuchó al castaño.
—Creo que Theresa va necesitar ayuda para andar.
La mencionada giró los ojos.
—No necesito ayuda de nadie, y no me iré con nadie hasta que me digan sus nombres.
—Si no hubieras querido venir con nosotros, no hubieras activado el anillo.—contraatacó la pelinegra.
—Son ustedes los que me quieren llevar de regreso. —tensó la mandíbula —Así que, ¿O me dicen su nombre, o al carajo?
—Mientras haces tus berrinches pueden encontrarnos.
Theresa se cruzó de brazos. La pelinegra maldijo en voz baja, no le gustaba dar su brazo a torcer, y parecía que a Theresa tampoco.
—Soy Isabelle. No necesitas saber algo mas. Ahora, camina.
Theresa los miró con recelo antes de recordarse que tenía que sobrevivir a como fuera lugar. Soltó un gruñido bajo al dar el primer paso, aún asi pasó por delante de ambos sin pedir ayuda. El frio viento que los rodeaba hizo que la punta de sus dedos estuvieran helados, sorbió por la nariz imaginando que la tendría completamente roja. El castaño e Isabelle compartieron una mirada, la pelirroja era débil sin lugar a dudas, pero su actitud hostil seguía estando intacta, pensaron que se las iba a ver negras al entrar al programa y esperaban que quedara seleccionada para que tomara el lugar que le correspondía.
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Si me amas... Adorarás a mis hermanos. (1)
Teen FictionRecuerdo a mamá abrochar mi cinturón de seguridad con las manos temblando, asustada. No comprendía que era lo que estaba pasando. Papá entra en el carro y mamá igual, ella es la copiloto, papá maneja a toda velocidad. Miró a mamá que me mira. - Pase...