Quédate a dormir.

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Isabella no estaba poniendo atención a lo que Nicolas le estaba diciendo. Hace más de una hora sus hermanos habían llegado y se habían puesto al corriente de lo que había pasado. Su mirada no podía dejar de estudiar cada aspecto de su hermano. Su mirada, la manera tensa en la que se movía o como respiraba de forma pesada. Las marcas en sus nudillos no las pasaba por alto, las salpicaduras de sangre que se escondían bajo el cuello de su playera casi pasaban por desapercibidas.

Aveces pensaba que ellos eran mucho para ella, que no los merecía porque sentía que no era la persona que decía ser. Y había buscado información a sus espaldas.

—¿Bella?

Isabella levantó la mirada.

—¿Ah?

–¿Estás bien?

–Lo estoy, – asintió. –  gracias a Jace.

Todos voltearon a verlo.

–Gracias por cuidar de ella. – Edward suspiró con pesar – no se que hubiéramos hecho si algo le hubiera pasado y tu no hubieras estado a su lado.

—Lo haría sin pensármelo dos veces.

Barry, que había estado ahí después de saber que Isabella la pasaría mal, se cruzó de brazos.

–A la próxima podrían ser amables para invitar a repartir golpes.

Isabella soltó una risita.

—Lo qué pasa es que Isabella trató de caminar y hablar la mismo tiempo— se burló Jonathan.

La pelirroja giró los ojos en su dirección.

–No soy tu.

Rieron.

—Ya veo que te sientes lo suficientemente bien como para atacar mi vanidad.

–Si, a un lado Aurora...

Larry le dio un leve empujón al rubio para acercarse a Isabella y abrazarla levantándola del suelo, una vez la bajó, le dio una sonrisa amable

—Fuiste muy valiente.

–Gracias. –musitó devolviéndole la sonrisa.   

–Espero que ese tarado no te vuelva a tocar, – dijo una Milie haciéndose camino entre todos los hombres presentes y tomó de los hombros a su amiga – sino, le corto las bolas y hago que se las trague.

Ambas rieron mientras Milie abrazaba a su amiga.

Los chicos comenzaron a hacer comentarios graciosos sobre lo que había pasado mientras tomaban asiento en la sala, algunos en los sillones otros en el suelo, al cabo de un rato, Isabella se encontraba pidiendo una pizza doble, extra grande para los presentes.

Reía divertida viendo cómo sus hermanos y amigos se golpeaban, discutían o se insultaban como si fueran unos niños pequeños.

–¡Yo quiero unos tacos! – gritaron Harryson y Tyler al mismo tiempo.

–¡Nosotros una pizza! – dijeron Nick y Marcus.

–¡Unas donas! – siguieron Larry, Barry y Edward.

–¡Una hamburguesa! – levantó la mano Milie que jugaba con Larry mientras Barry y Edward seguían golpeándose juguetona mente.

Isabella conocía perfectamente a los chicos para saber que no bastaría con unas pizzas, asi que pidió una orden de cada cosa que sus hermanos y amigos querían, cuando terminó las llamadas fue a sentarse a lado de Jonathan que la recibió gustoso.

–Este lugar siempre esta activo ¿No?

–No sabes cuanto, siguen siendo unos niños.

—Es bueno saber que algunas cosas nunca cambian. —río bajo —Nicolás sigue siendo tan estirado como lo recuerdo.

Si me amas... Adorarás a mis  hermanos. (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora