Las puertas del elevador se abrieron dejando ver a todo el grupo de soldados con la ropa escurriendo por el agua. Theresa estaba de un excelente humor, dejando que incluso Caleb la cargada en su espalda. Todo había salido mejor de lo que esperaban. Esos tres niños trasladados habían dejado de ser unos cachorros. Se habían ganado el respeto y aprobación de los nacidos en la agencia. El agua escurría de sus ropas y cabellos ocasionando algunos insultos y exclamaciones entre molestas y divertidas al verlos llegar.
Noah abrazó a Jordan por los hombros.
—Creo que los clasificaron mal. —llamó su atención, señaló a su prima con la mirada —Debería de estar con nosotros.
Eros miró a la bola de ruidosos recién llegados, la música resonaba en todo el averno con un ambiente oscuro que les era agradable a los presentes. Su mirada fue directamente a la pelirroja cuyo cabello sujeto en una cola de caballo escurría de agua. Se cuestionó donde había estado todo el día, pues no la vio burlándose de él cuando fue a realizar el castigo con sus subordinados. Sintió una sensación agradable al verla sonreír y jugar con otros soldados, se recordaba constantemente que solo era una niña de 17 años.
La miró decirle algo a su primo haciendo que este sonriera con una enorme satisfacción, le dio otro trago a su décima cerveza antes de comenzar a caminar en su dirección.
—¡Tessa!
Los soldados que la rodeaban miraron al castaño caminar a ellos, la mencionada encaró una ceja bajando de la espalda de Caleb para acercarse. Sonrió de lado mirándolo con la cerveza en mano.
—Así que saliste...
Theresa se encogió de hombros.
—Mi instructor tenía trabajo que hacer.
Eros sonrió satisfecho por su forma de responder, Caleb, que había interceptado y comenzado a entender las miradas que su instructor le daba a su amiga, decidió llevarse a los demás.
—¿Se puede seguir bebiendo aquí?
Los demás sonrieron llevándose a Caleb y Jordan a su área. Theresa sonrió agradeciéndole mentalmente a su amigo, Eros se le acercó cerrando la distancia que había entre los dos. Miró la piel pálida de la joven y después el inicio de su tatuaje. Sonrió pasando el dedo índice por la piel de la pelirroja que sintió un estremecimiento recorrerle el cuerpo.
—Te vez muy bien... —la miró con detenimiento —Te queda bien... —murmuró lo suficiente cerca para que ella lo escuchara.
Theresa encaró una ceja.
—¿El que?
—Ser una de nosotros...
Theresa se recargó en la pared cruzándose de brazos y sonriendo con satisfacción.
—Tiene sus dolores de cabeza. Pero también me gusta.
Sintió un golpe de adrenalina recorrerle el cuerpo al verlo sonreír, dejando a la vista sus dientes perfectos. Theresa admitió que su instructor era malditamente atractivo. Más si sonreía.
—Eres preciosa...
Las mejillas de la joven tomaron un color rosado. Eros ladeó la cabeza recargando una mano en la pared detrás de la pelirroja.
—Eres preciosa con el cabello amarrado.
Theresa encaró una ceja. La sencillez con la que la miraba y se veía tan relajado lo atribuyó al etanol en su cerebro, incluyendo sus palabras, así que no se lo tomó tan enserio.
—Últimamente me lo dicen. —bromeó.
Él dejó salir una suave risa ronca que hizo a la joven retorcerse al sentir una extraña sensación electrizante recorrerle el vientre. Lo vio suspirar mirando a sus costados, estando seguro de que nadie les prestaba atención estando en una de las esquinas del averno carentes de luz que llamaran mucho la atención. Podía apreciar de esa forma la belleza de la pequeña pelirroja a centímetros de él.
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Si me amas... Adorarás a mis hermanos. (1)
Teen FictionRecuerdo a mamá abrochar mi cinturón de seguridad con las manos temblando, asustada. No comprendía que era lo que estaba pasando. Papá entra en el carro y mamá igual, ella es la copiloto, papá maneja a toda velocidad. Miró a mamá que me mira. - Pase...