Theresa enchuecó una poco al gesto mirando el lugar. Hace unos minutos, Eros les había enseñado el lugar donde iban a pasar las siguientes quince semanas, los dormitorios consistían en un inmenso espacio rodeados de muros oscuros y gastados con linternas en cada pared, había literas en cada esquina y camas individuales en el centro de la misma. Por fortuna, Theresa había conseguido una de las camas que se encontraban en las esquinas. Miró el rectángulo donde se supone estaba el baño, los inodoros eran de metal y no había nada que les diera algo de privacidad, lo mismo con las regaderas que no tenían cortina.
Suspiró limpiándose el sudor de las manos en el pantalón sucio que traía.
—No fue muy inteligente de tu parte hacerme quedar en ridículo.
La pelirroja levantó la mirada encontrándose con los ojos negros de Jordan.
—No lo hice con esa intención.
Había dado un rápido vistazo a sus compañeros de dormitorio, así que pudo hacerse a la idea de que era la más débil. Por mucho. Todos tenían algo que ella no: fuerza, y músculo.
—Entonces pídeme perdón.
Theresa arrugó el gesto en desagrado.
—¿Cómo?
—Pídeme perdón, niñita.
Ese sobrenombre comenzaba a molestarla. Primero era su instructor, y ahora él. Antes de que pudiera siquiera negarse a aquello, un ruido hizo que ambos se acercaran a la entrada de los dormitorios. El metal golpeando la barra de la entrada del lugar hizo que todos giraran sus cabezas en esa dirección, Eros los miró con frialdad.
—Quiero dos filas, ya...
Sin perder tiempo, todos se apresuraron a seguir órdenes. Eros estaba apunto de dar media vuelta para comenzar a caminar, recordó con irritabilidad que los novatos parecían niños de lento aprendizaje, así que optó por llevarlos de la manita.
—Síganme.
Theresa tropezó con su propio pie chocando con otro chico frente a ella. Este se giró sonriendo de lado.
—Lo siento. —murmuró.
—No hay problema. Soy Caleb. —le extendió la mano.
—Ah... Hola. Theresa... —le estrechó la mano.
—Es mi idea, ¿O esto parece la cárcel?
Theresa sonrió con cierta diversión.
—Vengo de la zona industrial. Ingeniería y mecánica.
—Ah... Yo... Del mundo exterior. —se encogió de hombros.
Caleb sonrió. Tenía unos bonitos dientes sanos, su cabello negro estaba agitado y el saco azul que llevaba estaba abierto, dejando ver su pulcra camisa blanca.
Theresa se dio cuenta que habían llegado a lo que Isabelle le había dicho era el "averno".
Eros se detuvo quedando a la orilla del precipicio.
—Este es el "Averno" corazón de Akagetzu, como pueden ver, tenemos más libertad aquí abajo que arriba, nosotros somos los soldados que se encargan de mantener La Paz, eso quiere decir que terminamos con las vidas que atentan contra millones de estas.
Theresa se puso de puntitas alcanzando a ver al otro lado, a jóvenes reunidos bebiendo y peleando entre ellos, no era nada serio, las risas se escuchaban desde ahí.
—Y esta será una de sus primeras pruebas. Será la "primera ronda de limpieza".
Varios pusieron cara de no entender.
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Si me amas... Adorarás a mis hermanos. (1)
Teen FictionRecuerdo a mamá abrochar mi cinturón de seguridad con las manos temblando, asustada. No comprendía que era lo que estaba pasando. Papá entra en el carro y mamá igual, ella es la copiloto, papá maneja a toda velocidad. Miró a mamá que me mira. - Pase...