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Segunda parte del capítulo 52.

Segunda parte del capítulo 52

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El invierno está por terminar, una semana más, quizás unos cuantos dias más son los que tienes que soportar.
Tus hombros pesan demasiado. El mundo parece estar sobre tí una vez mas, pero el dia a terminado y la oscuridad sigue alli a pesar de las lámparas en aquella pequeña habitación en la posada.

Y por solo un momento dejas esa postura defensiva mientras te desvistes y frío comienza a calarse por tus huesos cuando te pones algo mas cómodo y limpio sobre tu piel. Detestas el frío y la humedad de estos dias, más que nada porque no hay ni una sola fogata cerca de ti ni una fuente de calor, ni siquiera humana.

La puerta resonó con unos nudillos estanpandose en ella.
Apagaste las luces de las lámparas en un instante y tomando una de tus navajas te acercaste a la puerta. «¿Es que no hay ni un solo momento de paz en este mundo?» te preguntaste. Tal parecía que no. No en tu vida.

Cuando abres la puerta, lista oara atacar ves a uno de tus compañeros apoyado en la pared contraria. Suspiras hechando tu pelo hacia atrás, ni siquiera tuviste tiempo de cepillartelo y sujetarlo.

—¿Y ahora qué?

—Te estan esperando.

Cierras la puerta sin esperar mas palabras, vistiendote lo mas rápido que puedes. Cuando sales, él sigue en el mismo lugar que antes. Comienzas tu camino por el pasillo y tu compañero detras tuyo.

—Creí que llegarían mañana. No que me interrunpirian, una vez mas.

—Ese era el plan. Pero creo que estan desesperados. Los hicimos esperar media hora —informa— y aún asi, siguen impacientes, esperándote.

—¿Cuantos hombres tenemos abajo?

—Solo unos doce, nos reuniremos con los demas en el puerto mañana.

Asientes, aquella información te dio un sentimiento de alivio, pues querias dejar esas tierras lo mas rápido posible.
Aunque primero tenías que atravesar a esos hombres que estaban esperándote.

El sonido de tus botas resonaba a cada paso sobre el piso de madera de aquella vieja posada. Una a una bajaste las gradas hacia el primer piso, aquel se encontraba todavia lleno de gente balbuceando y algunos cantando. Te daba náuseas, no soportabas esls lugares, pero cuando estabas en tierra no existía otra opción.

—Por el pasillo —te indicó— al fondo, la última puerta.

Seguiste sus palabras y cuando abriste la puerta indicada el olor a tabaco y el humo te pegó de lleno en la cara haciendote fruncir la naríz. Repugnante.
Con el aire que entró por la puerta observaste el lugar: en aquella pequeña mesa cuadrada se encontraban tres hombres de aspecto poco confiable, no parecian estar de buen humor pues todos tenian la frente fruncida y los labios apretados.

𝑰𝑵𝑴𝑨𝑹𝑪𝑬𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬 || Thorin OakenshieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora