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—¡Estoy bien! —repetiste, aferrándote a la puerta con todas tus fuerzas para evitar que Thorin entrara— ¡No tienes que venir! ¡Estoy bien!

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—¡Estoy bien! —repetiste, aferrándote a la puerta con todas tus fuerzas para evitar que Thorin entrara— ¡No tienes que venir! ¡Estoy bien!

Sentosge que ya no ejercían fuerza al otro lado, entonces te alejaste despacio. Sonreíste pero cantaste victoria muy pronto.

—Tienes diez segundos —escuchaste la firma voz de Thorin.

—¿Para qué? —preguntaste fingiendo inocencia. Thorin no respondió y al pasar un par se segundos, su silencio te aterró más. ¿Esta vez si se molestó en serio?

Te acercaste a la puerta, abriéndola tan solo unos centímetros para asomar la cabeza. Thorin estaba allí, de pie frente a tu recámara con los brazos cruzados, moviendo la punta del pie impaciente.
En ese momento confirmaste que efectivamente él ya lo sabia todo. Alguien le habia ido con el chisme, eso era seguro.

—¿Qué voy hacer contigo? ¿Atarte?

Sonreíste.

—Uhh eso suena bien, pero ¿No deberíamos esperar hasta después de nuestra boda?

Thorin esquivó tu mirada insinuosa, observando a los lados asegurándose que nadie te escuchó decir aquello. Y sin esperar que lo invitaras, entró a tu habitación con rapidez.
Cerraste la puerta, apoyando tu espalda en ella y esperando el regaño de Thorin. No era sorpresa para él ver una vez mas tu “elegante” vestido convertido en una pieza sucia rasgada por todas partes, con fango y sangre seca de orco.
Sus pasos fueron suaves cuando él se acercó a ti, quitándote la capa que aún cubría tus brazos y cuello y tal como pensaba encontró rasguños y heridas en la piel de tus brazos.

—Fueron... Las ramas de los árboles —te apresuraste en aclarar. Las manos tibias de Thorin recorrieron la piel de tus brazos hasta llegar a tus manos, que a comparación de las suyas las tuyas estaban muy frias, sentir su calor te hizo suspirar aliviandote por un momento, ya que Thorin no te había dicho nada y eso comenzaba a torturarte.

—Siéntate —pidió, te sorprendió lo suave que salió su voz asi que obedeciste sin siquiera pestañar.

Te ubicaste en el borde de tu cama mientras él buscaba en tu tocador la pequeña cajita que guardabas con lo necesario para curarte a ti misma. Cuando lo encontró, volvió hacia ti mojando un paño y sentándose a tu lado, comenzando a limpiar las heridas de tu brazo dejando un pequeño ardor en cada toque que te proporcionaba.

—¿Estas molesto? —preguntaste al fin, aun sabiendo que la respuesta seria positiva— te volví a... decepcionar...

—Sabes que esta prohibido —habló— esta prohibido ir mas alla de las fronteras. Los lugares aun no estan limpios de orcos. Lobos...

—Mayor razón para acabar con ellos cuantos antes —lo cortaste.

—Hay guardias encargados en ellos. No tienes que hacerlo tú.

—¿Y qué quieres que haga entonces? ¿tejiendo? Con los brazos cruzados mientras todos hacen su parte en la reconstrucción —resoplaste, levantándote de su lado— no puedo mantenerme quieta ¿y eso es lo que quieres?

—Te quiero viva. —elevo la voz— te quiero a salvo.

Sus palabras fueron como un golpe bajo hacia ti. Y mientras él se acercaba tomando tus manos, sentiste una punzada de culpa al recordar la gran batalla para recuperar su hogar donde casi te pierde para siempre. Tardaste tanto tiempo en recuperarte... Que de solo pensarlo el dolor volvía a controlar tus piernas y sentias un profundo vacio en el corazón.

—Como quién te ama sobre todas las cosas, quiero que estes a salvo —prosiguió Thorin— quiero que cumplas las normas. —te rodeó con sus brazos y no te opusiste a refugiarte en ellos— pero como Rey, quiero que cumplas las normas...

—Como Rey, podias solo suspender esas normas para mi. —cortaste sus palabras. Thorin no dijo nada un momento, no podias verlo ya que estabas aún entre sus brazos. Finalmente él suspiró alejándose unos centímetros de tu cuerpo.

—Por qué.... ¿Por qué siempre tienes que ganar contra mi? —sonreíste al escucharlo decir aquello, quizas eras la única persona en el mundo capaz de aquello. su mano fue a parar a los mechones delanteros de tu pelo, acariciandolos suavemente hasta las puntas— si rompes las demas normas, con esta no lo hagas: no te separes de los guardias cuando salgas. Te quiero viva y feliz, no herida y sufriendo o algo peor. No podria soportar verte sufrir una vez más.

Pidió siendo lo más sincero y dejando sus defensas bajas solo ante ti.
Para sellar el trato besaste rápidamente sus labios en un corto beso que lo dejó levemente sorprendido.

—Lo haré, lo cumpliré si asi estas tranquilo... —cortaste las palabras dándote cuenta de la situación, estaban en tu habitación, ambos, sin nadie mas presente y la boda todavia no se realizó— no es que me moleste, pero creo que tú no deberías estar aquí. “el Rey Thorin en los aposentos de una mujer soltera encerrados por horas” —dijiste haciendo tu voz aguda— ¡Que escándalo!

Thorin negó ante tus palabras, que en parte tenian algo de razon. No se suponía que él podria estar allí.

—Tienes razón. Debería suspender esa norma sólo para los dos.

Reíste volviendo a sentarte en el borde de la cama.

—Solo porque te conviene.

—Deberías cambiarte y darte un baño —dió un beso en tu frente en forma de despedida— no quisiera romper mas reglas hoy. Ni arruinar nuestra noche de bodas.

𝑰𝑵𝑴𝑨𝑹𝑪𝑬𝑺𝑰𝑩𝑳𝑬 || Thorin OakenshieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora