Especial Vacaciones - Extra (+18)

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N/A: VAMONO' RECIO.

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Después del desayuno, lo vaticinado por Prosche sucedió. Apenas terminó la charla de negocios y la comida, Kim y Chay volvieron a la habitación dejando a todos abajo, ignorando las peticiones de que se quedaran. El pretexto: una película. La realidad: Kim estaba podrido.

Ya en el cuarto, desde el balcón, Porchay observó a su hermano y a Kinn dentro de la alberca nadando, arrojándose agua y abrazándose. Khun tomaba el sol acostado en un camastro, mirando hacia la cancha en la que Kit y Tad jugaban básquetbol contra Pol y arm. Podía escuchar el chapoteo del agua, las risas, los gritos, las conversaciones agitadas y el botar constante de la pelota sobre el cemento.

-Chay, por favor... cierra el puto cancel. -Rogó Kim de mala gana, echándose un clavado en la cama. Jaló una almohada y la puso sobre su cabeza. El ruido lo estaba volviendo loco. Podía escuchar cada palabra, cada carcajada y cada exclamación.

-P'Kim, ¿Por qué estás tan enojado? -Le preguntó regresando al interior, deslizando el cristal del ventanal detrás de él lentamente. Kim gimió, a pesar de que el vidrio ahora cerrado amortiguaba el sonido, los seguía escuchando.

-No estoy enojado. -Masculló contra la tela de la cobija con la que se cubrió. -Estoy muy cansado...

-¿Por qué? -La vocecita dulce le arañó el pecho; estaba siendo un verdadero dolor en el trasero y no del bueno, lo sabía. Porchay se encargó de bloquear la luz del sol sellando las persianas cuidadosamente.

-No sé. Me duele la cabeza. -Tanta gente, tantos ruidos extraños. La cama de Kinn y Porsche golpeando contra la pared gran parte de la noche, la falta de privacidad, las bromas innecesarias, las preguntas incómodas. Por lo general, podía manejarlo todo, pero cuando era en cadena, con la fuerza de una marea y la velocidad de una avalancha, no podía evitar estresarse. -Quiero dormir. -Susurró cuando por fin tuvo a Porchay en sus brazos; haciéndose espacio debajo del edredón para acurrucarse a su lado.

-Yo no tengo sueño. -Frunció el entrecejo, qué aburrido servir de almohada mientras el otro dormía. Hizo un puchero.

-¿Quieres que te ayude? -La voz ronca de Kim y su nariz rodando en su cuello por debajo de su oreja le sacaron una risita.

-Bueno. -respondió y Kim también se rió. Nunca era difícil convencerlo. Exhaló pesado, dejando un camino de besos a lo largo del cuello liso y estilizado. Dejándose rodear por el abrazo de Porchay alrededor de sus hombros.

Las manos de Kim colándose por debajo de la camiseta de Chay, sintiendo la piel de su cintura bajo la yema de los dedos que se enterraron después en los huesos de su cadera. Las bocas encontrándose, húmedas y suaves; serenas y pacientes. Cerró los ojos recibiendo la lengua de Porchay, mordió la punta y la dejó danzar en el interior de su boca, suspirando.

El ansia apareciendo en el abdomen, descendiendo hasta el vientre bajo e impostándose en medio de sus piernas. No lo pensó demasiado; tan pronto como su cara se hundió en el cuello y la clavícula de Chay, desabotonó sus propios jeans y luego los otros. No quería luchar contra telas gruesas y estorbosas. Inhaló hondo, el aroma de Porchay avasallándole el sentido del olfato, el sonido de su respiración y los diminutos gemidos que se ahogaban en su garganta borrándole del oído todo rastro del incesante repicar de la vida, de su familia, sus conversaciones y sus risas. La tersura de su piel entibiándole las palmas y el sabor de su saliva reemplazando el mentol de la pasta de dientes. Si aguantar a esa gente era su castigo; el cuerpo de Porchay su redención.

¿Te Conozco? (KimChay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora