Macao

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Macao despertó en su cama con la luz del sol colándose por el centro de las cortinas semiabiertas. Gimió aletargadamente echándole un vistazo al reloj digital que pendía de la pared encima del televisor frente a él. Mediodía y pese que había prometido visitar el Fitzgerald a las diez de la mañana de ese sábado; no se alarmó. Si Pete no lo había despertado aún seguramente sería porque no había problema si no llegaba a tiempo.

Estiró el brazo hacia abajo con destino a su entrepierna. Se rascó la ingle y bostezó ruidosamente. Una punzada en la cabeza, un amargo sabor en la boca y una acidez incomoda el estómago. La fiesta de la noche anterior había sido una locura. Y el dolor en las articulaciones le recordó que, no importa que tan joven seas, la falta de sueño, invariablemente, termina pasando factura.

A menudo se preguntaba si no estaba siendo demasiado descuidado, pero hizo a un lado toda reflexión con la prerrogativa de que una mente ocupada, no deja lugar para malos pensamientos. Se rascó los ojos con los puños e ignoró la presión en el pecho que continuamente le acompañaba. Cada vez le era menos incómoda y más familiar.

Cuando giró sobre su costado para tomar su teléfono, el cual descansaba sobre el buró, una abierta sonrisa atavió su rostro al descubrir el vaso de cristal lleno de agua y un par de aspirinas que descansaban en una servilleta de papel. No le hizo falta ser adivino ni Sherlock Holmes para deducir que ese pequeño detalle, era obra de Pete.

Se incorporó en el colchón recargando la espalda en la cabecera de terciopelo. La frazada que escondía su casi completa desnudez deslizándose hasta la cintura y tomó su teléfono desbloqueándolo en el acto.

Tenía varios mensajes sin leer, pero ninguno lo suficientemente importante como para captar su atención en ese momento. Enseguida, abrió la app de IG topándose súbitamente con varias fotos de la fiesta recién pasada.

A diferencia de su primo Kim o de Porchay, Macao no tenía demasiada popularidad en Instagram; de hecho, apenas lo usaba. Sus followers solamente pasaban de un par de miles y sus follows superaban por poco la centena. Por ello, no le fue difícil identificar el nuevo follow que había recibido unas horas atrás.

—¿Oh? —Frunció el entrecejo al leer el usuario: alexei.kravcheko

Parpadeó varias veces dirigiéndose al perfil y… Ok.

Ayer por la tarde, Pete ya le había informado a grandes rasgos los eventos que se suscitaron ese mismo día. Le habló de la apariencia de las oficinas, del plan de acción de la compañía, de la ética de trabajo de la familia rusa y un poco también de los Kravchenko.

"Son mafiosos. No les tengo fe". Había dicho a las risas. "Los hermanos son muy diferentes. Dmitri es serio y un poco rudo. Alexei es más amable y simpático… creo, ¿Viste sus hojas de vida?".

"Todavía no". Le había respondido y, evitando ser escuchado por Vegas, en susurros que les arrancaron carcajaditas traviesas y divertidas, le preguntó: "¿Alguno que valga la pena mirar?".

"Pues, ambos son atractivos… supongo. Alexei más". Fue la indiferente respuesta que le dio Pete a la par que encogía los hombros. Quizá esa era la razón por la cual no le interesó demasiado revisar las fotos de sus carpetas informativas. Pete no dio muestras de que los hermanos fueran particularmente remarcables, por ello, cuando ese perfil de Instagram iluminó sus ojos, la incredulidad lo hizo presa.

Alexei no sólo le pareció atractivo, sino decididamente hermoso. Bajó las comisuras de los labios stalkeando relajadamente las fotos y videos en donde pudo ver varios países, dos que tres personalidades importantes, banquetes de lujo en eventos privados, una biblioteca personal enorme, la titulación de una maestría en Ciencia política y relaciones internacionales, motocross, escalada, paracaidismo.

¿Te Conozco? (KimChay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora