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Íbamos en el auto en completo silencio, era evidente que algo tenía molesto a Yohan pero, ninguno de los dos pronunció palabra alguna, simplemente íbamos dentro del auto con un aura tan densa, que hasta respirar era difícil, al llegar a casa seguíamos sin hablar, que rayos ¿ahora que le sucede?

Entré a la cocina para prepararme algo de comer, pero me sorprendí al ver que él ya había cocinado, no quería ser yo quien rompiera el hielo, pero últimamente yo era el maduro en este tipo de dinámica.

-¿Comerás?

-mhum

Serví los tazones, puse al centro las guarniciones y lo demás, me recargué en la encimera esperando que él entrara para sentarnos a comer, de pronto entró felinamente acercándose a mi tan molesto, y su mirada tan fija en mí, me hizo temblar un poco, no tuve oportunidad de moverme y el recargó sus manos a mi costado acorralandome contra la encimera y su cuerpo, de verdad que nunca podría entenderlo.

-¿Qué hacías con ese tipo?

-Yo no hacía nada, ¿por qué?

Era evidente que estaba molesto y que le costaba controlarse, lo encaré molesto también, porque se sentía con el derecho de siquiera reclamarme con quien estaba, él dejó claro que involucrarse conmigo estaba mal y que no lo haría y yo lo entendí, me aparté, y ahora viene con reclamos estúpidos como si fuera mi ... algo...

-Apártate por favor, y vamos a comer, tengo mucha hambre...

¿Yo pidiendo de comer?, ese si era un gran avance, en realidad quería salir de entre sus brazos y la cercanía de su cuerpo, tener su rostro tan cerca y sus brazos a mi lado me hacía sentir débil, y sé que lo he dicho antes pero realmente es un hombre muy guapo, y esa actitud de molestia lo hacía verse guapo aún más, él agachó su cabeza recargándose en mi hombro.

-¿Qué me has hecho Park Jimin?

Susurró muy bajito, pero pude escucharlo, ¿tenía que responder? Pero yo no le he hecho nada, porque es esto tan confuso, se acercó más a mí y acarició mi mejilla, se que en ese momento mi rostro era de confusión pura, no entendía muy bien la dirección que iba tomando todo y de un momento a otro sus labios estaban sobre los míos, interpuse mis manos en su pecho para detenerlo, pero él no se apartó ni un poco, sus besos eran siempre una suave caricias, me hacía sentir como la arcilla en manos del alfarero, que moldea y acaricia con suaves y húmedos toques, así me hacía sentir él, me rendí a sus besos, y mis manos viajaron a su cuello, enredando mis dedos en su cabello, me levantó haciéndome sentar sobre la encimera y separé un poco mis piernas para recibirlo, los besos se fueron intensificando, sentía su exigencia y necesidad, intenté una vez más alejarlo, pero a quien quiero engañar, había caído en su embrujo, el acariciaba mi espalda y rodeaba mi cuerpo con devoción, continuó por mi cuello provocando jadeos, sus manos hábiles se deshicieron de mi playera dejándola a un lado, acarició mi cuerpo con cautela, recorrió mis costillas, que eran evidentes al tacto, marcó la línea de mis pectorales, mientras depositaba más besos en mi cuello, recorría cada músculo, de mi torso, con su otra mano delineaba mi espalda su mano descendía por mi columna, mis manos aún torpes aferradas a su nuca, nuestras respiraciones aceleradas, y nuestras mentes nublados por el deseo, me tomó entre brazos mientras yo me deleitaba con su cuello, se dirigió fuera de la cocina e iba ir hacia mi recámara, con lo poco de cordura que me quedaba le dije que no.

La última vez que habíamos intentado algo, estando en mi recámara se había apagado todo, así que definitivamente evitaría que eso pasase de nuevo.

Llegamos a la sala y él se desplomó sobre el sofá dejándome sobre él, los besos se retomaron nuevamente y pude sentir su erección, comencé un vaivén de caderas, rozando nuestras intimidades, el calor había aumentado considerablemente, le arranqué su camisa de la forma más torpe, haciéndolo sonreír, acaricié sus músculos, y la reacción de su cuerpo me encantó, provocando pequeños espasmos y contracciones, seguimos comiendonos la boca, y sus manos en mis caderas, casi en mis glúteos, guiando el movimiento.

Triste Trastorno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora