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《¿Cómo estás bonito? ¿Quieres hablar?

》Hola grandote... gracias por estar ahí, me siento perdido, y no sé cómo continuar, y siento que lo que me pasó me va a perseguir por siempre, no sé cómo puedes seguir interesado en alguien como yo.

《¿Quieres que mañana te lleve a la escuela?

》Te veo en la escuela grandote.

Yohan apareció en mi recámara, hurgó en mis cajones y me dejó ropa en la cama, no entendía para qué, bueno obviamente era para que me cambiará pero ¿para que? ¿A dónde iríamos?

Ya en su auto puso música e intentó hacer más liviano el trayecto.

-¿A dónde vamos?

-Tienes tu cita con el psicólogo.

-Da la vuelta no quiero ir.

-No puedes faltar, tienes que hacerlo.

Estaba renuente a ir, pero no tenía de otra, sentía una opresión en mi pecho pues no quería hablar de nada todo dolía demasiado aún, y solo me hacía recordar y que doliera más.

Esta ocasión estuve más tiempo con mi psicólogo, no le importó dedicarme más tiempo e incluso cancelar su sesión siguiente, la verdad es que esas sesiones si me ayudaban, las odiaba, pero si me servían, cuando salí del consultorio el psicólogo preguntó a Yohan sobre mi madre, comentó que tenía que hablar sobre los honorarios y las próximas sesiones, se encerraron de nuevo en su consultorio.

Recordé que Jackson también estuvo en el hospital, tenía la duda de saber si seguía ahí o ya había salido, me levanté de mi asiento y caminé hacia el área de recepción del piso, pregunté a la enfermera por él, y me confirmó que aún seguía ahí, me dijo el pidió y número de cuarto.

-Si quieres visitarlo debes darte prisa, solo queda media hora de visitas.

Agradecí con una reverencia y me dirigí a donde se encontraba, cuando encontré su puerta sentí un escalofrío, quizás por que me hizo recordar cuando estuve ahí hace menos de una semana.

Giré la perilla y me introduje silenciosamente, había una enfermera en la silla a lado de su cama, cuando me vió abrir se levantó y me dió paso para entrar de lleno.

Jackson tenía un respirador y unos cables en su cabeza y su pecho, una vía en su brazo, se veía muy mal, a pesar de que siempre fuera un idiota conmigo me dolía verlo en ese estado.

Me senté al lado de la cama en donde estaba antes la enfermera, y acaricié un poco su mano, y él reaccionó, me espanté un poco.

-¿Jimin? ¿Qué haces aquí?

-Yo, vengo a terapia, y me acordé que estabas aquí y vine a visitarte.

-Eres el único que ha venido, le pedí a mis padres que no dijera nada.

-¿Qué te pasó?, ¿fue en la fiesta?

-Abusaron de mi Jimin, y me golpeó casi hasta matarme, pero ya sabes, hierba mala nunca muere.

Sonreía lo que su rostro le permitía, me sorprendió que tuviera esa especie de ánimo a pesar de su estado.

-Y a ti Jimin, ¿qué te sucedió en el rostro?

-Fue en la fiesta... también me golpearon y ...

No pude terminar la oración, y él lo entendió, ahora él apretó mi mano intentando reconfortarme, como es que alguien que estaba en peores condiciones que yo, podía darme ánimos.

-¿Recuerdas quién lo hizo?

-Sí Jimin, pero no lo conozco.

-¿y podrías describirlo?

Triste Trastorno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora