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A la mañana siguiente, Jinie tocó a mi puerta para levantarme, había olvidado decirle que no iría a la escuela, ella entró a mi cuarto, y se sentó a mi lado.

-Yo sé que soy menor, pero si me doy cuenta de las cosas hermano, sabes que estoy aquí para apoyarte, te amo Jiminie y quiero que estés bien.

Se abalanzó sobre mi y se soltó a llorar, con un nudo en la garganta la intenté reconfortar, y le regalé la sonrisa más sincera que pude.

-Voy a estar bien, te lo prometo.

Nos levantamos y me arreglé para recibir a Tae, cuando bajamos el ya estaba en la cocina con mamá, el rostro de ambos era triste, sabía que hablaban de mi, pero me hice el desentendido, y lo saludé alegre, como siempre nos veíamos él y yo.

Mamá preparó fruta, té y unos huevos revueltos, cuando sirvió los platos, los contemplé en silencio, con los ojos expectantes de Tae y mi mamá, desperté de mi trance y comencé a comer, la verdad se sentía tan bien el alimento en mi cuerpo pero me aterraba la idea de ganar peso, mi mamá se fue y minutos después Tae comenzó a comer gustoso, y me platicó de su nueva conquista, un chico que no era de la escuela y que lo tenía volando de un ala, yo fingía escuchar y sonreír a mi amigo, mientras hacía cálculos en mi cerebro de la cantidad de calorías, en todo lo que había servido en mi plato.

La verdad me entretuvo un poco la platica de Tae y de como presumía de su nuevo chico, y despues él me pregunto sobre el mío, a lo que sonreí como tonto cuando pensé en Jungkook.

-Soy feliz cuando estoy con él, y mi mamá lo acepta bastante bien, ayer me dijo que me ama.

Me disculpé con Tae y fui a mi recámara, entré a mi baño y la misma idea rondaba una y otra vez en mi cabeza, pero justo antes de hacer cualquier cosa sentí como Tae me rodeaba con sus brazos y me arrastraba fuera del baño.

-Por favor Jimin ¡no!

Nos mantuvimos en esa posición por un tiempo en el que Tae me apresaba entre sus brazos y yo sollozaba como niño chiquito, por ser descubierto en una de sus averías.

-Ya no lo hagas Jimin, por favor, tu madre me lo contó todo hoy y estoy aterrado y enojado por no haberme dado cuenta, estoy tan ensimismado en mi no se que, que no presté atención a lo que te estaba pasando, pero amigo aquí estoy, a veces estoy disperso pero aquí estoy, y ahora que lo noto todo es más evidente.

-Tae yo... Gracias.

Comenzó a aflojar su agarre y entonces yo me abracé, sentía demasiada vergüenza porque se había enterado de mi terrible secreto, cuando nos separamos me tomó de la mano y me arrastró hacia su auto, y condujo hasta llegar a un salón de belleza en el centro.

-Tu y yo necesitamos un urgente cambio de imagen.

Esbozaba una enorme sonrisa, y al igual que yo es igual de terco así que sé que no aceptaría un no por respuesta, nos pasamos la mayor parte de la mañana en el salón, hablando de nuestros chicos, y de cosas banales, el sabe que no era el momento ni el lugar de hablar de mi situación, y no tocó el tema para nada aún que sé que en su mirada guardaba toda la preocupación y angustia que no podía externar.

Después de unas horas, salimos del salón, él con un tinte rojo intenso, que quedaba perfecto con su personalidad, y yo un platinado, al decir verdad me encantó el resultado, me hacía feliz verme diferente, aunque yo no quería fuimos a comer, me llevó a un restaurante en el cetro que olía delicioso al paso, era pequeño con un ambiente hogareño, nos atendió una señora muy amable, solo perdí una sopa de verduras, mientras que Tae se pidió todo un banquete, comí muy lentamente, controlando mis nervios por la comida, ya que era la segunda vez en el día que comía, Tae me observaba discretamente, pero no dijo ni una palabra al respecto.

Triste Trastorno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora