Parte 2.

2K 114 18
                                    

Era lunes y tenía el día libre, por lo que aunque era pasada la una de la tarde, seguía acostada. Recién se había despertado y aunque tenía hambre no había conseguido levantarse.  Desde que había ingresado a trabajar en el restaurante, intentaba poner todo de sí para cambiar su estado, pero al parecer no era suficiente, se seguía sintiendo vulnerable, resquebrajada por dentro, aunque no permitía que los ojos externos lo notaran. Su vida seguía consumiéndose, una inquietud omnipresente la acompañaba cada segundo, esa constante sensación de que las cosas estaban mal a pesar de haber reducido sus días a lo más elemental sin tener obligaciones laborales complicadas como las de antes ni de otra índole, pese a eso, ese desasosiego la agotaba, la mantenía en una constante infelicidad que enturbiaba su existencia.  Cuando se planteó la necesidad de abandonar New York, algo dentro de ella le decía que un cambio geográfico no era suficiente para librarse de las sensaciones, pero había tomado la opción en esa necesidad infinita de que todo acabe, de desaparecer el presente, que le quitase ese dolor que le corroe y que ha ido matando cada ilusión, cada sueño, cada meta. Vivir es un instinto, lo había oído y leído innumerables veces, pero también lo es evitar el sufrimiento, cuando la agonía no se detiene, quizá era necesario ponerle coto al dolor, quizá de ese padecimiento perpetuo solo se puede escapar acabando consigo misma.

El sonido del móvil la sacó de sus elucubraciones, sin siquiera mirar la pantalla, respondió. Era Nicole para pedirle que al día siguiente llegara a las 10 de la mañana, le informó que como finalmente podían contar con la presencia de la nueva chef, las cosas en el restaurante iban a cambiar someramente, pero que eso lo hablarían en la reunión que se haría a la hora citada, con todos los empleados. Lauren aceptó obediente la petición de la administradora e indiferente colgó la llamada para seguir mirando el techo.

Al cabo de unos minutos, su estómago empezó a reclamarle por comida, por lo que haciendo acopio de sus escasas fuerzas, se arrastró al baño para cepillarse los dientes y lavarse la cara. Cuando se vio al espejo, se sorprendió de la imagen que vio, sus ojos algún día verdes y luminosos, estaban oscurecidos y apagados, su piel se veía marchita y el cabello parecía más un nido de pájaro que la espectacular melena ondulada y sedosa de antaño.  Mientras se veía, de repente su mente procesó la información que le acababa de dar Nicole, "la nueva chef", le había dicho. Así que era una mujer, en esos días siempre habían hablado de un chef; quizá Nicole se habría equivocado. Esperaba que fuera un hombre porque su experiencia le decía que con las mujeres no le iba bien, solían rivalizar con ella, aunque se esforzara por ser amigable.

Cuando entró al Magroy, el restaurante de George, él la recibió sonriente y la invitó a tomar asiento, mientras ella se obligó a sonreírle de vuelta. Pasados unos minutos, le puso delante un plato de pescado con verduras y le preguntó que si podía acompañarla y ella aceptó con gusto. 

_Ya cumples un mes en este trabajo, Lauren. -Le dijo George, mientras ella asentía con la cabeza a la vez que saboreaba el bacalao. _¿Estás a gusto en el restaurante? -Le preguntó y ella volvió a asentir simplemente. Él en ese tiempo que llevaba tratándola, se había dado cuenta que no era alguien que hablara mucho y menos cuando le hacían preguntas personales, por lo que prefirió ir al grano. _Hoy concreté la venta del auto. -Le informó y Lauren lo miró agradecida.

_Gracias, George. No voy a tener cómo pagarte todo lo que haces por mí. -Él la miró con picardía y le soltó:

-Ya me he ganado una comisión por la venta, así que no puedo pedir más. -y enseguida dejó salir una carcajada estruendosa.

-Sabes que no me refiero solo al tema del dinero. -Le recalcó ella, pero él agitó la mano para evitar que continuara, no necesitaba que le diera un discurso de agradecimiento, en general era solidario con quien acudía a él, pero a ella la apoyaba con mucho más gusto, porque desde que la vio las primeras veces notó algo en ella, quizá era esa mirada vacía, se dio cuenta de que era un alma atribulada pero noble.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora