Parte 40.

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A Camila le costaba trabajo asimilar el éxito que estaba teniendo. Había inaugurado el café y desde ese día, cada día, trabajaban a tope para poder cumplir con la asidua clientela en el local, más los innumerables deliverys que solicitaban. Concomitante al café, el canal de videos de cocina seguía aumentando suscriptores y las vistas de sus videos eran numerosas.  Ese éxito no era una mera casualidad, ni solo mérito de ella. Era plenamente consciente del trabajo de marketing que había detrás encabezado por su novia y secundado por su hermana; además había que sumarle a ese esfuerzo, el impulso que le había dado el aparecer en el show televisivo.

Estaba tan atareada con sus dos proyectos que no había podido sacar tiempo para ir a New Orleans y sus padres tampoco habían podido visitarla en Boston, por los temas médicos de Richard, así que era una asignatura pendiente.

Después de analizar la propuesta del matutino, había decidido conjuntamente con Lauren, que aceptaría asistir una vez por semana, solo si podía iniciar dos meses después de inaugurado el café.  Consideraron que en esas semanas los empleados serían capaces de hacer funcionar el lugar sin su presencia, al menos un día, y sobre todo, porque dado el éxito, se había visto avocada a contratar un chef como segundo cocinero, quien estaría en capacidad de reemplazarla las horas que ella faltase.

_Mi amor, ¿cómo está tu agenda para la siguiente semana? -Le consultó Camila a Lauren, mientras servía la cena.

_Tengo bastante trabajo, bebé. -Le dijo, pero al ver la mueca de decepción que hizo Camila, siguió diciendo: _Pero puedo delegar, si es que tienes algo en mente.

Camila le sonrió agradecida, le enternecía hasta la médula que su novia siempre estuviera tan dispuesta para ella y sus necesidades.

-No quisiera robarte más tiempo del que ya te he quitado. -Empezó a decir avergonzada. _Pero he estado pensando que si no voy a ver a mis padres la próxima semana, después me quedará más difícil ir porque ya debo iniciar en el canal.

_¿Y qué días quieres que vayamos? -Inquirió Lauren, más que dispuesta a acompañarla. Si hay algo que había aprendido de todo lo que había vivido, era que su prioridad era las personas que quería y en segundo lugar estaba el trabajo, máximo cuando tenía suficientes ahorros para solventarse la vida entera.

_Me gustaría que voláramos el viernes y regresáramos el domingo.

Lauren asintió con la cabeza y consultó su agenda en el móvil.

_Por mí está bien. -Aceptó y Camila de inmediato avanzó hacia ella para darle un corto beso en los labios.

_Gracias, mi amor. -Le dijo sonriente y en seguida la invitó a sentarse para empezar a cenar.

_¿Creíste que iba a negarme a viajar?  -Le preguntó Lauren con una sonrisa burlona.

Camila la miró dubitativa sin entender qué escondía esa sonrisa, sin embargo decidió contestar con honestidad.

_Creí que quizá tuvieras compromisos que te impidieran acompañarme.

Lauren volvió a sonreír y le guiñó el ojo.

_Lo preguntaba porque alcancé a pensar que te habías esmerado en esta delicia de cena para convencerme fácilmente.

Camila hizo un puchero.

_No sé qué clase de persona manipuladora y retorcida crees que soy.


Cuando aterrizaron en el Louis Armstrong, eran pasadas las cinco de la tarde y una efusiva Grace las recibió a la salida. 

_¿Y papá? -Le preguntó Camila, después de buscarlo con la mirada, entre la multitud.

_Se quedó en la casa, esperando una compra que hizo en línea. 

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