Parte 4.

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Lauren venía aplazando la llamada que sabía debía hacerle a su socio en New York, todos los días se prometía que al día siguiente lo haría, pero el estómago se le encogía cada vez que intentaba hacerlo y terminaba dejándolo nuevamente para el día siguiente. En su mente había tenido innumerables conversaciones con él y había visualizado algunos escenarios, todos desalentadores, por lo que su nerviosismo crecía. Esa mañana, antes de salir para el restaurante, decidió que no podía aplazarlo más y con las manos temblorosas tomó su móvil, buscó su número personal y antes de que la dominara el nerviosismo activó el botón de llamada. Estaba transpirando y sintió náuseas, aun así mantuvo el móvil pegado a su oreja izquierda y después de cuatro timbres, escuchó la voz de su socio respondiendo y pese a que le costaba trabajo respirar, la voz le salió:

_ Buenos días, Carl.  Hubo un corto silencio al otro lado de la línea, pero en seguida escuchó la respuesta.

_¿Lauren? 

_Sí, Carl, te habla Lauren. ¿Cómo has estado?  

_Preocupado, ha sido mucho tiempo sin saber de ti. -EL hombre le habló con calma mientras ella frotaba las manos en sus piernas para librarse de la humedad en ellas.

_Perdona, Carl, no había podido llamar antes. -Se excusó, evasiva.

-¿Estás bien? -El hombre genuinamente estaba preocupado por ella, le había resultado extrañas, por no decir otra cosa, las razones que le expuso para irse de viaje, pero nunca imaginó que se iba a desligar por completo de la empresa, sobre todo porque había sido testigo de su entrega y compromiso después de que sucedió a su padre en el cargo.

_Estoy bien, Gracias por preguntar. -Le dijo haciendo un gran esfuerzo porque la voz le saliera con naturalidad. _Pero dime, Carl, ¿cómo están las cosas por allá?

El no le respondió la pregunta sin o que le dijo: _Lauren, si algo está pasando contigo o si necesitas algo, por favor dímelo. 

_No pasa nada conmigo, Carl. -Se mantuvo en su papel, actuando como fuera para evitar que otros descubrieran su estado. 

_¿Y qué pasó con tu teléfono? Te he intentado ubicar muchas veces. -Insistió el hombre con sus preguntas.

_Lo perdí. -Mintió. _Pero de aquí en adelante, puedes ubicarme en este. -Y sin dejarlo replicar, le preguntó: _Entonces, Carl, ¿cómo está las cosas por allá?

_Funcionamos sin contratiempos, por ahora. 

_Me alegra saber eso. -Había empezado a caminar por la habitación y con la mano que tenía libre trataba de echar aire en su rostro.

_¿Regresas pronto? Sabes que hacemos buen equipo y te necesito aquí. -No era una exigencia con autoridad, le hablaba con suavidad porque sospechaba lo que había detrás de todo eso.

_Un par de semanas más, Carl, se pasarán volando. 

_¿Has revisado tu correo? Te hemos enviado varios, con asuntos que me gustaría que revisaras.

_Prometo revisarlos hoy mismo. -Lo tranquilizó.

_Está bien, Lauren. -Luego le pidió: _Promete también no desaparecer otra vez.

_Lo prometo, Carl.  -Y agregó: _Ya me tengo que ir, estamos en contacto.

_Por favor, no desaparezcas de nuevo. -Insistió.

_Si, sí, solo una cosa más. -Agregó, cerrando los ojos y rezando para que eso no desencadenara un interrogatorio.

_Dime, Lauren.

_Por favor no le des mi número a nadie, ni siquiera a tu secretaria. -Contuvo la respiración, esperando la respuesta de su socio.

_¿Qué pasa, Lauren? Sabes que puedes confiar en mí, puedes decirme lo que sea. -Su voz reflejaba preocupación y ella se sintió terriblemente culpable.

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