Parte 48.

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Mientras esperaba, miró su reflejo en los ventanales de la estación y se acomodó mejor la camisa ajustándola en la cintura por dentro del short que usaba. Cuando Lauren le dijo que llegaba en el tren de las cuatro, se había apurado con el trabajo en el café y luego de dejar todo a cargo del chef Nicholas, corrió al departamento a darse una ducha rápida y arreglarse, antes de recogerla.

Se esmeró en arreglarse, se probó varios vestidos, algunos jeans y solo estuvo conforme cuando se enfundó el short de mezclilla, al que acompañó con una camisa blanca de mangas largas y unos tenis blancos a juego. Arregló con dedicación el cabello y se maquilló ligeramente, sobre todo, resaltando sus labios. Quería verse linda para su novia, a quien deseaba abrazar con todas sus fuerzas.

Al rededor de diez minutos después de las cuatro, la vio salir. Caminaba distraída mientras metía algo en su bolsa de mano. Lucía preciosa con esos pantalones negros holgados, una camiseta de tirantes color salmón y unas gafas de sol grandes con marco de carey.

Cuando levantó la vista y vio a Camila, se le dibujó una gran sonrisa, se quitó los lentes, apurada caminó en dirección a ella y la abrazó.

_Dios, ¡cómo te extrañé! -Le dijo Camila al oído y Lauren la apretujó con más fuerza.

_También te extrañé, bebé. -Reciprocó e intentó soltarla para poder verla a los ojos, pero Camila se aferró a ella. _Estás preciosa. -La halagó.

_Tu estás hermosa. -Le devolvió el cumplido. _No te vayas lejos de mí, nunca más. -Le pidió con voz caprichosa.

Lauren asintió con la cabeza, eso era lo que ella deseaba con todas sus fuerzas, pero dependía de Camila, a ver si después de que le confesara todo, aún le quedaban ganas de quedarse.

Camila deshizo el abrazo, pero mantuvo su rostro cerca del de Lauren, la miró a los ojos unos segundos y le acarició la mejilla con delicadeza. 

_Bienvenida. -Le dijo con dulzura.

Lauren le sonrió con cariño y le dio un corto besos en los labios.

_Gracias, bebé. Y en seguida le preguntó: _¿Tienes que volver al café? 

_No, mi amor. -Le respondió tomando la maleta y caminaron en dirección del negro. _¿Vamos a comer por ahí para que me hables de todo eso que me dijiste que tienes que decirme?

Lauren sintió que se le apretujó el estómago, pero aceptó, resignada. Al mal paso darle, prisa, decía su padre.

_¿Quieres que vayamos al Magroy? -Le preguntó Camila cuando salían del estacionamiento, ella al volante. 

Lauren se encogió de hombros.

_A donde tú quieras. -Quiso sonar indiferente pero no lo consiguió porque Camila se rio fuerte.

_No te avergüences, amor. -Le dijo mientras le acariciaba la pierna. _Ya acepté que extrañaras el bacalao más que a mí.

Lauren se rio también.

_Eres tonta. -Le dijo agarrando la mano con que le acariciaba la pierna y se la llevó a los labios.

_¿Y cómo te terminó de ir en New York? 

El rostro de Lauren se iluminó y una sonrisa dulce se dibujó en su rostro.

_Puedo decir que hice las paces con la ciudad. -Le dijo con convencimiento. _Volví a sentirme cómoda, disfruté mucho pasar tiempo con Em, Ralph, Live y Carl.

Camila se sintió feliz al verla sonreír así, parecía tener un nuevo brillo.

_Creo que estos días me han permitido aceptar la parte más dolorosa de mi pasado. -Siguió diciéndole. _Es como que puedo recordar a mis padres o a Vicca con amor y no con dolor, como era antes.

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