Parte 12.

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Walker y Hall ya estaban en Boston, Lauren se reunió con ellos en el restaurante del hotel en el que se hospedarían y trazaron el plan de trabajo.

Walker era el facility manager, y se iba a encargar de gestionar el inmueble donde funcionaría la filial, adaptaría los espacios para las necesidades de la empresa y todo lo relativo a ese segmento.  Hall era el analista que completaba el trabajo de Walker además de contratar productos y servicios relacionados con el funcionamiento de la empresa.

Lauren los puso en contacto con John Gleen, quien ya tenía citas para visitar algunos inmuebles, ella no iba con ellos porque, en primer lugar, sabía delegar y segundo, porque se sentía mal, incómoda consigo misma, insegura y pese a que trataba de que nadie lo notara, su mal humor no le ayudaba y prefería evitar tener problemas con los recién llegados.

Además, después de tantos meses de estar en el hostal, le surgió la urgencia de tener su propio espacio, necesitaba sentir arraigo y más que nada, le urgía un lugar donde sentirse cómoda para trabajar mientras montaban la oficina.

_Señor Gleen, en la misma medida en la que nos apremia encontrar el inmueble con fines comerciales, también lo es el encontrar el departamento. -Le dijo con rostro serio. _Tiene usted un compañero o algún asistente que pueda enseñarme opciones, mientras usted está con ellos? -Lo dijo señalando a Walker y a Hall.

Cuando escuchó al hombre decirle que sí, que ese día le podían enseñar algunos, sintió que su humor había mejorado y de inmediato aceptó las citas para esa tarde.  Pero para cuando salió del hotel para ir a cumplirlas, volvió a sentirse frustrada, no tenía coche. Andar en la bici como estaba vestida, no sería cómodo.  

Resoplando malhumorada, pidió un taxi en la aplicación del móvil y mientras esperaba a que llegara se quedó viendo la foto de Camila, la del perfil en el chat, se veía su rostro nada más, sin ningún retoque ni filtro y sonriendo. Sonrió al ver su sonrisa espontánea y pensó en ponerle un mensaje lindo, pero en seguida se arrepintió, lo mejor era no molestarla en horas de trabajo.

Cuatro días después había visto un montón de pisos y ninguno la había convencido, y seguía estando abrumada, seria y hasta fría con Camila.

_¿Qué te pasa, cariño? -Le preguntó  pasando la mano por su espalda y acariciándola suavemente. Recién habían bajado del auto y se dirigían, cada una a su respectiva clase en el gimnasio.

_Nada. -Le respondió indiferente.

Camila sabía que algo no estaba bien pero no la iba a presionar, ella seguía manteniendo la palabra de no preguntas y no juzgamientos, que le hizo meses atrás, pero esperaba que confiara en ella y le dijera lo que estaba sucediendo.

_Sabes que me puedes decir lo que sea. -Le dijo con cariño y Lauren asintió con la cabeza pero mantuvo el silencio.

 _Te veo al rato. -Siguió diciendo Camila y le mandó un beso con la mano a la vez que se encaminaba al área de danza, mientras que Lauren caminó a los vestidores, cavilando la situación. 

Ella no sabía qué le pasaba, se sentía frustrada y molesta, había una sensación dentro de ella a la que no le había podido poner nombre, pero que no la dejaba disfrutar de su cotidianidad ni de la compañía de Camila, a plenitud.  

Mientras empezó la rutina en la caminadora, su mente no le daba tregua. Quizá se había equivocado, quizá se había dejado llevar por un espejismo con Camila, quizá después de estar sintiéndose tan sola y aislada el que llegara ella dándole toda su atención, la había confundido creyendo que era amor. 

¿Y si si era amor? Quizá Camila si era todo lo que ella quería en su vida, pero ella con todos y sus monstruos terminaría por hartarla ocasionando que la dejara.  

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