Parte 6.

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Giró en redondo, la mano izquierda a nivel del pecho, los ojos como platos verdes, asustada.

_Lauren, solo soy yo. -Le dijo Camila, evitando reírse.

Minutos antes, Camila la vio llegar por la puerta trasera e ingresar al cuarto de las taquillas y la siguió, cuando entró, estaba de espalda poniéndose la casaca del uniforme, sigilosa caminó hasta ella y la agarró por la cintura, mientras le gritaba:

¡BUH!

_No vuelvas a hacer eso. -Le dijo en tono duro. _¡Casi me matas!

Camila sin poder contenerse más, se rio con descaro.

_¡Eres gallina, Lauren! No pensé que te fueras a asustar tanto. -La aludida le dio una mirada de muerte mientras le decía:

_¿Cuántos años tienes? ¿Siete?

Camila todavía con una sonrisa burlona pintada en su cara y con los ojos chisporroteando diversión, no se contuvo.

_Para tu información tengo 28 maduros años y bien vividos.

Lauren puso nuevamente los ojos como platos, otra vez sorprendida.

_¿Tienes 28? _No se lo creyó.

_¿Por qué te sorprende? ¿No puede una mujer adulta, madura, seria y responsable juguetear un poco?

_No es eso, es que pensé que eras mucho menor que yo. -Le respondió con sinceridad, desde que la vio por primera vez le pareció que era mucho más joven que ella, tan inquieta, enérgica y radiante.

_Voy a pensar que eso es un halago. -Le dijo con una sonrisa mientras empezaba a caminar en dirección a la cocina. _A propósito, ¿cómo hiciste para venir?, ¿tomaste un taxi?

_Vine andando. -Le respondió yendo detrás de ella.

_Con razón tienes las mejillas coloradas.

_No quiero ni pensar las agujetas que voy a tener mañana en las piernas. -Hizo una mueca de dolor. -He estado muy sedentaria últimamente.

_Deberíamos apuntarnos en un gimnasio. -Le propuso Camila, ella también había abandonado los entrenamientos desde que había llegado a la ciudad.

_Deberíamos. -Estuvo de acuerdo Lauren. _Oye y ¿Cómo sigue tu mano?

_Bien, siempre que no me acerque a los fogones, el calor me causa dolores.

_Pues a tener cuidado, jefa. -Le dijo guiñándole un ojo y situándose en su lugar de trabajo para iniciar las tareas del día.


Por el resto del día no pudieron cruzar más palabras que no fueran las de trabajo, en medio de la agitación que se vivía en esa cocina. De vez en cuando, cruzaban alguna sonrisa o solo una mirada discreta.  Al final de la jornada, Lauren tenía prisa por irse, Carl había respondido su mail, y quería otro concepto sobre otros proyectos, por lo que mientras se quitaba el uniforme dudó en buscar a la chef para despedirse o solo le pondría un mensaje, al final optó por lo segundo.

Camila había pasado la última media hora reunida con Gregory y Nicole, dirimiendo algunos asuntos de orden administrativo y para cuando regresó a la cocina, se decepcionó al descubrir que Lauren ya se había ido.  La decepción creció cuando revisó su móvil y encontró su escueto mensaje en el que le decía que esperaba que terminara de tener un buen día y que se verían al siguiente.  Volvió a sentir la misma rabia de la noche anterior, rabia hacia ella misma por querer subirse en una nube etérea.  Lauren tenía su vida, sus problemas y sus intereses, todo un mundo propio y ella tenía que dejar de ser intensa y buscarse su propio mundo en esa ciudad, si no quería terminar jodida. 

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