Parte 17.

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Los plácidos días de otoño se habían ido, las chicas recibieron los primeros días nublados y helados con especial regocijo, habían entrado en una cómoda cotidianidad, en la que compartían la mayor parte de horas libres, cada una enfocada en sus trabajos y fortaleciendo la relación.

A pesar de tener los días llenos de responsabilidades organizando el lanzamiento de la filial, Lauren había podido sacar tiempo para acondicionar el departamento como quería y Camila había estado junto a ella, opinando y a veces decidiendo sobre muebles y todo lo necesario. Podían ser muy diferentes en casi todo, pero sobre el gusto por las cosas sobrias para la casa, sí que coincidían. 

Por fortuna para Lauren, o para ambas, Camila era un desparpajo en casi todo lo que hacía, sin embargo era extremadamente cuidadosa y ordenada en su casa. En ese sentido, Lauren no había visto alterada su obsesión por el orden extremo, hasta en cosas minúsculas como la manera en la que ponía los billetes en su cartera, todos ordenados de acuerdo a la nominación y todos ubicados en el mismo sentido. La chef había aprendido a seguir el estricto orden hasta con la caja que contenía los tés, era cuestión de respeto por su chica y no le representaba ningún esfuerzo, habían encontrado un punto de entendimiento en el que les era muy fácil relacionarse la una con la otra, en casi todos los aspectos.

  Lauren estaba en el Magroy esperando a su chica, se habían citado para cenar y de paso saludar a George, a quien poco veían últimamente dados los compromisos, pero para su mala suerte, su bonachón amigo no estaba esa noche. Sobre la hora fijada, la vio aparecer en la puerta con una rosa amarilla en la mano y esa sonrisa dibujada en su hermoso rostro, Lauren de inmediato se emocionó como cada vez que la veía y se puso de pie para recibirla con un beso.

_Para ti. -Le dijo Camila tendiéndole la rosa y Lauren la miró con los ojos rebozando amor.

_Gracias, mi vida.

_Venía hablando con mi madre. -Le contó. _Llegan mañana a la una y cuarto de la tarde.

_Me pone nerviosa pensar que los voy a conocer. -Le confesó mirándola con sus ojitos temerosos.

Camila le sonrió con cariño y le tomó de la mano. _Si no estás lista, podemos aplazar el encuentro, mi amor. _Le dijo comprensiva. _No es obligatorio que los conozcas.

_Sí quiero conocerlos. -Reviró. _Pero me asusta que no les caiga bien.

_Eso no va a pasar, cariño. Es imposible no quererte. -La halagó y le guiñó el ojo.

_Solo lo dices por hacerme sentir bien.

_Lo digo porque es la verdad. _Le dijo con firmeza. _No deberías preocuparte por eso.

Lauren se encogió de hombros y se dedicó a oler su rosa, pensativa y Camila le hizo una seña al mesero para que las atendiera.

_Bacalao con papas. -Le pidió cuando llegó a la mesa.

_Lo mismo para mí, Charles. -Le dijo al chico que por lo general le servía cuando iba.

_¿Sabes, bebe? -Lauren solía empezar así las conversaciones cuando pretendía contarle algo que le preocupaba, Camila ya lo había aprendido a identificar, por lo que centró la mirada en sus ojos y asintió con la cabeza, como señal de que contaba con toda su atención.

_Desde que decidí que quiero volver a New York, me ha entrado un poco de ansiedad por ver a Emily y a Ralph. -Empezó a explicarle. _Durante todos los meses que han pasado desde que me fui, no quise saber de ellos, en general de nadie y cada vez que me llegaba algún recuerdo de ellos, de inmediato me obligaba a desecharlo, porque de alguna manera no me hacía sentir bien.

Se le notaba el rostro un poco tenso, Camila lo entendió como el esfuerzo que estaba haciendo por compartirle sus verdades y para hacerla sentir apoyada, le tomó la mano nuevamente y se la acarició con el dedo pulgar.

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