Parte 13.

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Para cuando estuvo en tierra en el Louis Armstrong, Camila encendió su móvil para comunicarse con su padre, quien la estaría esperando a la salida del aeropuerto y se vio gratamente sorprendida cuando dentro de las notificaciones, recibió que tenía un mensaje de Lauren.

Lo siento Bebé, lamento no haber estado para despedirte y darte esos besitos. Espero que tengas una buena estadía con tus padres y que puedas solucionar tus asuntos. Estaré esperando por ti. Te quiero.

Lo leyó tres veces y le pareció que la Lauren que le mandó ese mensaje era su Lauren y se sintió mejor. Durante el vuelo había estado dándole vueltas a los posibles motivos que la estarían constriñendo a retrotraerse de nuevo, quería ayudarla de manera eficaz a enfrentar sus problemas, pero iba a ser muy difícil si no establecía una buena comunicación, si seguía encerrándose el proceso podría ser complicado.

Dudó en responder, pasaba de la una y lo más probable era que estuviera dormida, pero también podría ser que estuviera esperando una respuesta a su mensaje. En el primer escenario, lo peor que podría pasar era que la despertara si tenía la alerta de notificaciones con volumen alto, pero de ser despertado en mala hora no ha muerto nadie. En el segundo escenario, si estaba esperando su mensaje y no llegaba, quizá se asustara y dados sus antecedentes, le generara una crisis. Así las cosas, optó por la primera opción y digitó en el chat:

Acabo de aterrizar, tuve un vuelo tranquilo y afuera está esperándome mi papi para llevarme a casa. Ten dulces sueños, cariño, te llamo mañana.

Esperaba con esa información darle tranquilidad, porque había aprendido a conocerla y sabía que si no le decía que su padre la recogería, iba a sobre pensar las cosas y crearse escenarios en los que ella estuviera en riesgo.  

Lauren estaba acostada en su cama, descansando después de la crisis que había vivido. Por fortuna para ella, su terapeuta la había contenido, la había tranquilizado y estimulado su confianza haciendo que superara la crisis emocional.

Cuando ella lo llamó, lo hizo vía móvil pero él le había pedido que hablaran por video llamada, y había estado alrededor de cuarenta minutos dándole el apoyo psicológico adecuado y aliviando el impacto de la situación estresante por la que atravesaba y como siempre, ayudándola a enfrentar el problema de manera eficaz. Una parte de la conversación giró en torno al autosabotaje que se hacía, y que según él, su gran objetivo era mantenerse en una zona de confort, en la cual todo es fácil, o al menos previsible y Camila la sacaba de esa zona porque estaba teniendo sentimientos por ella, lo que conlleva responsabilidades y expectativas que redundan en temores a que no se cumplan. Entonces su saboteador interno lo que hace es que huya de eso que la altera para regresarla a su zona de confort, aunque ahí pasen cosas que son dolorosas, aburridas o dañinas, pero que la hacen sentir cómoda porque es lo que conoce y eso le brinda seguridad.

_¡Vive, Lauren! -Le dijo el profesional. _Cuando tengas miedo, haz lo contrario a lo que te invita ese miedo.

Lauren escribió esa frase, para asegurarse de no olvidarla nunca y se iba a aferrar a ella como una tabla de salvación. Nada le garantizaba que su relación con Camila fuera duradera y bonita, pero lo que sí podía evitar era perderla por sus miedos.

Necesitaba escucharse a sí misma con más atención para dejar de mentirse, pero sobre todo tenía que dejar de ocultarle cosas a Camila, que lo hacía  por dos razones básicas, la primera por vergüenza, no quería admitir que seguía siendo presa de su confusión mental y de sus emociones mal gestionadas. Y en segundo lugar, por miedo a su reacción, no quería ser juzgada o que ella se hartara de estar con alguien emocional y mentalmente inestable.

Pero una cosa era no olvidar lo que le decía su terapeuta y otra más difícil era ponerlo en práctica, así que ahí estaba tendida en la cama, intentando mantener a su mente controlada, pero como casi siempre, la traicionaba y no podía evitar imaginar escenarios en los que Camila no había llegado bien o que llegando bien estuviera enojada con ella por no haberle contestado las llamadas, por lo que cuando el móvil le avisó de una notificación, se lanzó hacia el como una flecha  y con el corazón a mil.

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