Capítulo 23 - Los regalos son para el Destinario.

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Aunque había logrado atraparlo para que tomara el té, Jimin no podía obligar a Gerard a hablar. Como mayordomo experimentado de la familia Park, no era un rival fácil. Evadió todas sus preguntas, y al final, su taza ya estaba casi vacía.

"¿Qué hago?"

Jimin frunció el ceño avergonzado. Gerard no cedía ni a la persuasión, ni a la conciliación. Lo que sea que Gregor había planeado, Gerard no pensaba hacer nada si no estaba Yoongi, y Jimin no podía obligarlo a hablar cuando él estaba actuando bajo las estrictas órdenes del Duque Park. Él ahora era un Carnesis, no tenía autoridad para castigarlo por dar prioridad a la orden de su padre.

Por debajo de la mesa, sus dedos apretaron la falda con ansiedad.

Gerard no le dio tiempo de pensar cómo resolver la situación. Tragándose el último sorbo de té, lo miró con alivio. Bajo su cabello rubio pulcramente peinado, aquel rostro era tan sagaz como el suyo.

—Muchas gracias por el té. —Dijo, lo suficientemente seguro de su victoria como para despedirse. —Debo irme. Gracias por su amabilidad.

Jimin se mordió los labios al verlo levantarse de su asiento. Pero en ese momento, su mente bajo la presión se le ocurrió una idea. —Tengo que pedirte un favor antes de que te vayas. —Dijo con calma, Gerard se puso en alerta al instante. Sólo quería retrasarlo, para ver si podía sacarle algo. No se quería rendir tan fácilmente. —Sólo un pequeño favor personal. He estado aprendiendo a cantar como pasatiempo, pero no sé si soy bueno, así que, me daría vergüenza hacerlo delante de los demás, pero tú me conoces desde pequeño, así que, estaría perfecto que fueras tú. ¿Quieres escuchar mi canción? Sólo será un minuto.

Descaradamente, utilizó la misma petición del Príncipe Namjoon en Gerard. Éste dudó ante el inesperado favor, pero no pudo negarse. Aunque seguía las órdenes de su señor, le agradaba Jimin.

—... Supongo que estará bien, por un momento.

Jimin sonrió con gusto. Fue la misma sonrisa en sus días de soltero, y Gerard lo miró con indulgencia sin darse cuenta. Al observar esto, Jimin comenzó a cantar con los ojos cerrados.

Los pétalos de la flor caen como corrientes fugaces de tiempo. Si la tragedia de su caída pudiera atrapar por un momento tus bellos ojos, con gusto caeré ante ti en innumerables ocasiones...

Era una ópera que había escuchado recientemente en la corte, aunque la canción en sí no era importante. La cantó hasta donde pudo recordar, unos treinta segundos de música, luego abrió los ojos suavemente. Efectivamente, en menos de medio minuto, Gerard se había quedado profundamente dormido en el sofá. Jimin parpadeó.

"Supongo que sí es realmente mi habilidad".

Pero no era un buen momento para maravillarse. No sabía cuánto tiempo su poder podía mantener a alguien dormido. Antes de que se despertara, debería registrar rápidamente sus bolsillos, si tenía suerte, podría encontrar alguna pista sobre sus intenciones el día de hoy llegando hasta aquí.

—Lo siento, Gerard. —Susurró antes de comenzar a registrarlo. No había nada en el bolsillo de su chaqueta, pero, afortunadamente había una carta dentro de su chaleco.

Lo abrió cuidadosamente. El nombre del remitente no estaba especificado, pero pudo reconocer la refinada letra de su padre con una sola frase corta.

Los regalos son para el destinario, no para el que los da.

¿Qué significaba eso? Jimin lo meditó. Gregor, que valoraba su linaje aristocrático más que a cualquier cosa, aprovechaba todas las oportunidades posibles para expresarlo. Por lo tanto, le parecía vulgar declarar lo que quería sin rodeos. Pero Jimin sabía muy bien cómo podría pensar su padre.

Por segunda vez - YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora