Capítulo 58 - Mina de Hierro (3)

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Su vestido dorado brillante, centelleaba como las alas de una mariposa bajo el sol otoñal. Mirando sólo la tela, el conjunto no parecía muy lujoso, pero sí un poco excesivo. Sin embargo, los diseños del vestido estaban confeccionados con un tejido de terciopelo rojo oscuro, que le confería una fuerte sensación de frivolidad. Los guantes de terciopelo rojo oscuro le llegaban hasta los codos. De algún modo, tenía un aspecto hechizante.

Yoongi pensó, al ver a Jimin, que tenía el mismo aspecto de un durazno maduro en otoño, y se le hizo agua la boca al imaginarse su sabor, si él realmente fuera una fruta. Por esa vergonzosa idea, los pensamientos sobre la mina desaparecieron, ahora sólo quería bajar el vestido de Jimin, que brillaba como el envoltorio de un regalo de alta gama. Sentía que estaba a punto de volverse loco.

El doncel, completamente ignorante a los pensamientos agresivos en la cabeza de Yoongi, miraba fuera del carruaje con nerviosismo. Su destino estaba cada vez más cerca. Él abrió la boca como si de repente se hubiera acordado de algo y sujetó sus propias manos con ansiedad.

—Agradezco que me hayas permitido ver al gerente de tú mina, Yoongi... el hecho de que finalmente confíes en mí lo suficiente como para hacer esto... es... en serio te lo agradezco, lo digo sinceramente.

—De nada...

Yoongi se sintió culpable. De hecho, estaba realmente arrepentido por no haber confiado antes en su esposo, pero aun así, Jimim le agradecía y lo trató bien sin ningún resentimiento.

Su expresión se enfureció. Quería tratarlo mejor, pero no sabía cómo, ya que nunca se había portado bien con ningún doncel como Jimin en su vida. En medio de esto, el carruaje siguió avanzando y finalmente se detuvo tiempo después frente a la oficina de la Mina de Yoongi.

—Oh, sí que llegamos rápido.

Jimin apretó sus manos tan fuerte que casi corta la circulación de sus dedos.

Siempre había llevado una vida pasiva, como una flor en el invernadero. Quién iba a decir que ahora iba a engañar a los demás para proteger a alguien.

"Mi corazón... No me ayuda mientras late de esa forma..." Jimin respiró hondo intentando calmarse. Si dijera que no tenía miedo, estaría siendo un mentiroso, pero no tenía más remedio que tener altas expectativas y seguir adelante. Después de tomar la mano de Yoongi, bajó del carruaje con elegancia mirando el lugar, antes de voltear al azabache y despedirse de él. Yoongi lo miró y pensó que Jimin tenía la voz tan dulce como la miel, y es que el doncel estaba realmente agradecido con que hubiera sido acompañado hasta su destino.

—Volveré pronto. Por favor, deséame suerte.

Yoongi sonrió y asintió hacia su esposo que se retiraría en cualquier momento. Tomó la decisión de irse, para evitar la posibilidad de ser descubierto aquí, por lo que sería mejor ir a casa y esperarlo. Siguió mirándolo como si estuviera por decirle algo más.

Los grises ojos de Yoongi se oscurecieron ligeramente, mientras sus palabras torpemente salieron de su boca. —Buena suerte.

—Gracias... —Jimin sonrió alegre, con los ojos curvados en medias lunas. Debía darse la vuelta para ir a la oficina de la Mina pero Yoongi no le había soltado la mano. Mientras tomaba aquellas manos pequeñas con las propias más grandes en tamaños y grosor, una sensación incómoda surgió de su interior. —... ¿Yoongi?

Inclinó a un lado la cabeza con curiosidad, sin embargo, Yoongi se limitaba a sólo verlo. Él parecía no haberse dado cuenta aún que sostenía con insistencia las manos de Jimin. Cuando bajó la mirada para enseñarle silenciosamente lo que hacía, Yoongi sorprendido soltó sus manos.

Por segunda vez - YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora