Capítulo 25 - Nuevo camino.

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Yoongi tenía verdadera curiosidad por saber qué pasaba por su cabeza. Era tan pequeño que no pudo evitar mirarlo, frunciendo el ceño. Pero su rostro sólo le provocaba ansiedad a Jimin. Tal vez no había dormido bien la noche anterior.

— ¿Por qué no tomas una taza de té conmigo? —Sugirió tan tiernamente, con toda la calma que pudo, aunque sabía que él probablemente se negaría de manera fría y normal en él. —Es un té de hierbas, es bueno para los dolores de cabeza y la fatiga...

Como esperaba, Yoongi se encogió de hombros en silencio, y se alejó. Los hombros de Jimin se hundieron.

— ¿Qué estás haciendo? —Se lo preguntó con dureza, sin mirar atrás. —Vamos a tomar el té.

Sus ojos mieles se agrandaron. Se quedó mirando por un momento su ancha espalda mientras que Yoongi se acercaba al sofá donde él había estado sentado.

"¿Por qué estoy haciendo esto?" Se preguntó Yoongi, confundido por sus propios impulsos. Era el hijo del hombre que odiaba, no podía entender por qué se sentía culpable por haber llegado a su propia casa, borracho y haber herido sus sentimientos. Tomaría el té con él, como un deber como esposo, luego se iría tan pronto como pudiera.

Ajeno al conflicto mental que tenía Yoongi, le sirvió el té un poco animado. Se alegraba de poder pasar finalmente un rato con él sin discutir. Con suerte, preguntaría si sabía lo que su padre quería de él.

Un té aromático brotaba de la boquilla de una bonita tetera antigua, su aroma a hierbas hizo que Yoongi se sintiera renovado. Relajado, disfrutó del té caliente y miró despreocupadamente a Jimin mientras sostenía un libro contra su regazo cubierto por una delicada tela.

—Parece que te gusta leer. —Dijo, recordando aquella vez cuando lo vio leyendo en el jardín.

—Sí... bueno, no me gusta tanto... Es que, no hay muchas cosas que pueda hacer dentro de casa. —Dijo con una suave sonrisa entre sus labios. —Sabes que los donceles y doncellas se supone que deben tener la piel blanca en Deltium, ¿verdad? Por eso no salgo mucho al sol desde muy joven. Cada vez que salía a la calle, todo el mundo se preocupaba de que mi piel de bronceara, o de que me cayera. Había tanto escándalo que no podía salir mucho.

Los ojos grises de Yoongi lo recorrieron suavemente. Sus extremidades delgadas, su piel blanca como la nieve y el rostro delicado lo hacían parecer un lujoso muñeco de porcelana hecho por un buen maestro. Pero cuando hablaba de su infancia con un rostro tan triste, se notaba que era una persona viva.

"Debe ser agotador, tratar de estar a la altura de las expectativas de la familia Park", pensó Yoongi, luego endureció su expresión. No importaba cómo había sido su vida en la mansión Park, él nunca habría sabido lo que era pasar hambre o congelarse en el frío. Pensar en su propio pasado y en toda su miseria le hizo apretar su mandíbula. Esas era las cosas que había sufrido a causa de su baja cuna, pero el orgulloso Yoongi nunca admitiría el daño, aunque muriera.

El Rey había hecho todo lo posible por ocultar los orígenes de Yoongi, así que al menos no se sabía nada de su madre. Si eso se hiciera público, todos los nobles que lo despreciaban habrían aprovechado la oportunidad para destrozarlo.

Sus dientes se apretaron, agudizando los ángulos de su mandíbula.

—No me gusta la piel blanca. Parece enfermiza. —Escupió, atacándolo para sacudirse de esa sensación de desdicha.

—Oh... ¿En serio? —Soltó, bajando sus ojos gentiles. Su cabeza se inclinó, mirando disimuladamente sus pálidos brazos. Yoongi sintió una punzada.

Por segunda vez - YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora