Lady Beckett es una pícara jovencita aristocrática que ha agitado un avispero. No hay ojos que no estén puestos en esa nueva joya que forma parte de una de las dinastías más importantes y controversiales de la nobleza del Reino.
Recientemente presen...
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Las favorable brisas que han estado soplando contra sus popas a barlovento desde que se echaron a la mar, han conseguido que el Tritón y la Pola, en tan solo dos semanas, haya avanzado unas buenas millas de trayecto a gran celeridad.
Las tripulaciones de ambos barcos han vaticinado que, si la dirección y velocidad del viento continúan en tales condiciones, desplazándolos tan ventajosamente sobre las aguas, en apenas una semana más habrán llegado a puerto londinense.
Si ningún contratiempo surge en los próximos días, la travesía de regreso a Inglaterra solo habrá durado tres semanas. Al menos es el pronóstico que se tiene por el momento.
Durante las dos transcurridas semanas de navegación, y con su verdadero capitán al mando, los tripulantes de la Pola han vuelto a recrear su típico ambiente de rústicos hombres del mar que se pasan las mañanas, tardes y noches echando cuentos, embotellados en jugarretas de azar, emborrachándose y disfrutando de la ociosidad.
Mañanas de echar redes para pescar mariscos que aprovecharían para comerciar en Inglaterra, tardes de apostar dinero y desafiarse a retos al jugar a las barajas, y noches de acabar barriles de cerveza y quedar hechos trapos.
Acostumbrados a su colérico temperamento y a sus cambiantes humores, sus hombres no se extrañaron cuando durante los primeros días el capitán apenas salió de su camarote, y cuando finalmente comenzó a pasearse por la cubierta, lo hizo llevando puesta su máscara de endiablado, ese implacable semblante que los alertaba a no tocarle las narices.
Como a veces acostumbra, no hablaba con nadie por gusto y al hacerlo era únicamente para soltar reproches. Insoportable.
Ha tenido suerte de que sus leales hombres conozcan estén al tanto de su agria personalidad y las tendencias de su actitud, y que con el tiempo hayan aprendido a tan solo esperar que él mismo decida pasar de una faceta a otra, cuando a veces vuelve a ser ese relativamente jocoso hombre que habla, juega y se embriaga con ellos dejando de ser el capitán para convertirse en un colega más.
No ha sino hasta el inicio de la segunda semana cuando se ha producido el esperado cambio.
Todos se alegraron al ver que Derek abandonaba su camarote para unírseles en una partida de tablero, haciendo como si nada, soltando sus mordaces ocurrencias e incluso riéndose. Desde entonces cada día ha estado saliendo de su camarote al amanecer, acompañándolos a descamar pescados, tumbándose en la cubierta, sustituyendo al timonel por momentos, escalando los mástiles para apreciar la vista y sin perderse las juergas nocturnas.
Como la de anoche, que ha sido memorablemente caótica. Han montado una colosal jarana en la que todos han quedado hechos tripas.
Reunidos en la cubierta de estribor y bajo una incandescente media luna, los hombres dieron lugar a un desmedido parloteo en el que el alcohol les ha soltado la lengua hasta el desahogo. Las mujeres han salido inevitablemente a colación. Algunos desprendiéndose de sus penurias amorosas, otros celebrando sus dichas. Matrimonios fallidos y relaciones viento en popa, corazones magullados y corazones satisfechos, traiciones y derroches. Celebraciones y maldiciones conllevaron a que los hombres vaciasen en una noche tres de los barriles de cervezas que estaban destinados a durarle al menos dos semanas más.