Es esa endemoniada mirada la que enseguida le advierte a Lady Beckett que ha sido una terrible idea dejarse llevar por sus impulsos.
Oh, a Derek parece circularle lava por las venas y sin dudas está a punto de erupsionar.
Tiene su cara desdibujada con su peor expresión colérica—esa que normalmente sólo suele emplear con su tío Landon— y su pecho se infla y desinfla en una vana forma de intentar controlarse la rabia. Y es que no habría de esperarse menos después de la desatinada locura que la muchacha ha llevado a cabo yendo en su búsqueda para fastidiarse su intención de procurarse el disfrute con una mujer.
Ay, pero es que sencillamente la pobre ha perdido los estribos ante aquellas últimas palabras de su primo y entonces supo que no iba a poder lidiar con la horrible irritación que estaban produciéndole los celos. Ahora se da cuenta de que no ha recurrido ni a un ápice de sensatez al ni siquiera pensar en las repercusiones que tendría su acción cuando decidió salir de la mansión y pedirle a un cochero que la transportase hacia la peligrosa zona portuaria donde ha de encontrarse la tarbena Clair de Lune.
Gracias al cielo sus tíos, tras haber despedido a los Evanson, se habían retirado rápidamente hacia su aposento y por ello no la vieron salir. Y vaya suerte que también ha corrido de que su confiable cochero no le haya cuestionado el porqué una joven aristocrática como ella estaba dirigiéndose hacia estos marginados rincones de la ciudad.
La verdad es que casi se arrepiente de entrar a la taberna cuando al llegar a ella se deja acobardar por su mediocre fachada y por el ambiente mundano que derrocha. Sin embargo, logrando hacer un gran acopio de valor, se introdujo sigilosamente en la estancia. Al menos ha sido inteligente al colocarse encima una capucha con la cual pasar desapercibida, puesto que de no haberlo hecho habría llamado la atención de los presentes al instante, no sólo porque a leguas evidencia ser una jovencita refinada, sino porque su belleza sin dudas provocaría que todos los hombres reparasen en ella.
Clair de Lune resulta ser un pequeño y vulgar local de dos plataformas en cuyo primer piso hay un bar—repleto de una alborotada multitud de hombres y mujeres de poca distinción— y en cuyo segundo piso se disponen varias habitaciones de alquiler para los hombres que deseen pasar el rato con sus conquistas. Y fue precisamente subiendo por las escaleras que llevan a dichas habitaciones, y acompañado de una voluptuosa pelinegra que iba acariciándole el cuello, donde Lady Cheryl ha logrado avistar a Derek.
Aunque le costó unos segundos adaptarse a la poca iluminación y a la panorámica envuelta en humo de tabaco, finalmente se dedicó a escudriñar cada rincón del lugar hasta que justo a tiempo logró distinguir el reconocible cuerpo del Evanson en los peldaños de las escaleras. Y sin dudas no ha pensado con la cabeza fría cuando se ha propuesto ir detrás de él y alcanzarlo cuando este llega a un estrecho pasillo y casi se dispone a abrir la puerta de un aposento.
«Detente ahí, Derek Evanson» Ha exclamado Lady Beckett espontáneamente, sin ocurrírsele que más hacer para impedir que él penetre allí con esa mujerzuela, la misma que al pesar que la joven se trata de la esposa enfurecida del hombre que lo ha encontrado infraganti siéndole infiel, rápidamente huye de él.
Descolocado, el yanqui primero se fija en el escape de la mujer antes de proponerse encarar a la dueña de la voz que lo ha parado en seco, quien se deja apreciar muy claramente tras haberse deshecho de su capucha tirándola al suelo. Y entonces su expresión inicial es la de ofuscación para luego pintarse el rostro con una endemoniada mirada que hace retroceder a Lady Beckett cuando él da un brusco paso hacia delante. Oh, oh.
—¡¿Me puedes decir qué diablos estás haciendo aquí, Cheryl Beckett?!
El bramido de Derek consigue que la joven trague saliva y se le ponga la cara roja de inmediato. Pues aunque se había determinado a buscarlo y detener su cometido, lo cierto es que no ha logrado concebir ninguna excusa o justificación para cuando lo lograse. Y ahora él espera una respuesta de su insensato arranque.
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Lady Beckett
RomantizmLady Beckett es una pícara jovencita aristocrática que ha agitado un avispero. No hay ojos que no estén puestos en esa nueva joya que forma parte de una de las dinastías más importantes y controversiales de la nobleza del Reino. Recientemente presen...