—Mantente a distancia de mí, Cheryl—Le reprocha, arrastrándose hacia atrás sobre el mantel para separarse de ella e interponiendo la canasta de mimbre entre ambos— Y, además, procura censurar cada cosa fuera de lugar que vayas a decir o me veré obligado a quitarme esta camisa y atártela como mordaza en la boza.
—¿Puedo quitártela yo?
—Cheryl...
—Mejor no. Si te veo con el torso desnudo, Derek, sucumbiré a deseos inapropiados.
—Cheryl...
—¿Sabes? Yo nunca entendía a qué se referían mis primos cuando los oía decir que, cuando alguien te gusta, la atmósfera se caldea cuando estás con esa persona. Pero ahora contigo lo comprendo. Porque es como si aumentara la temperatura a mi alrededor, o quizás dentro de mí, no lo sé.
—Cheryl...
—La cuestión es que me provocas mucha excitación, yanqui.
—Joder, Cheryl, calla. ¡Ni una palabra más!
—Pero no me refiero a la excitación desde una connotación sexual—Ella pone sus ojos en blanco—La excitación va más allá de entenderse meramente en ese sentido ¿sabes? La excitación es responder a estímulos, Derek. Y el deseo no es la única respuesta que provoca la excitación. La excitación es nerviosismo, agitación, inquietud, entusiasmo...Todo un sinfín de reacciones sensoriales que son despertadas por algo. Como cuando tú sonríes y yo automáticamente me pongo muy contenta. Excitar es avivar sensaciones, y estas no tienen que estar necesariamente relacionadas a querer hacer el amor. ¿no crees tú?
El Evanson se queda mirándole durante un largo rato, con aire anonadado. En algo su hermana Eve ha tenido razón sobre lady Beckett: a pesar de su joven edad, la muchacha desprende mucha madurez y sabiduría. Al hablar, sin dudas da la apariencia de tratarse de una mujer más adulta y dotada de nutridos conocimientos. Su desparpajo y su intelecto la hacen sencillamente interesante. Una conjugación que no deja de sorprenderlo y, aún más, perturbarlo.
—Cheryl.
—¿Sí?
—¿Por qué no te comes tú un cupcake y así mantienes la boca ocupadita y guardas silencio un minuto?
—Hay otras formas de yo mantener mi boca ocupada. Y tú lo sabes—Levanta sus cejas, con picardía.
—Maldición.
—Oh, no te turbes, yanqui. ¡Has vuelto a poner la cara de arisco! Que tragedia. ¿Qué hago para hacerte sonreír otra vez? O para que, al menos, vuelvas a tener una expresión apacible.
—No tocarme los cojones.
—¿Te cuento un chiste?
—No.
—¿Te hago cosquillas? A mí, si me tocas las costillas, me desternillo enseguida. Quizás también tengas esa sensibilidad. ¿Lo averiguo?
—No, joder.
—¿Te beso?
—Por los mil demonios, no, niña.
Lady Cheryl suspira, pero no deja borrar su sonrisa. Por unmomento deja de mirarlo para fijar su vista en el lago frente a ellos. Sus aguas siguen calmadas, resplandecientes y lucen frescas. Incitantes.
—¿Se te antoja bañarte? —Propone.
—¿Qué?
—Allí, bruto—Señala— ¿No te tienta ver lo cálidas que se ven sus aguas?
—Noto que por ratos pierdes un poco la cordura.
—Bueno, a mí sí se me antoja—Declara ella mientras se propone incorporarse desde el mantel, arrancándole una mirada perpleja al hombre.
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Lady Beckett
Storie d'amoreLady Beckett es una pícara jovencita aristocrática que ha agitado un avispero. No hay ojos que no estén puestos en esa nueva joya que forma parte de una de las dinastías más importantes y controversiales de la nobleza del Reino. Recientemente presen...