Capitulo uno: Plantada

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Un día cualquiera, aunque no tan cualquiera.

El cielo pasó de ser un bonito azul bebé a un techo oscuro con unas cuantas estrellas y brillos a la vista, a pesar de ser un ciudad que se caracteriza por ser un lugar caluroso, el aire de la noche se ha vuelto algo fresco.

Camino a lo largo del centro de la ciudad, las farolas se encienden y alumbran el lugar, llego a mi destino, un pequeño café a un costado del teatro de la ciudad.

En que estabas pensando Valeria, te sentirías mejor estando en tu departamento viendo alguna película o simplemente leyendo algún libro.

No dejo de pensar en ello. Tomo asiento en una pequeña mesa para dos afuera del lugar, llega uno de los meseros con una pequeña sonrisa que no dudo en regresar, me ofrece un menú y se retira por unos minutos, veo el reloj en mi muñeca 7:10 p.m. aún no esta tan retrasado.

El chico regresa a la mesa y toma mi orden, pido una infusión, algo caliente pero sin contener cafeína.

Un par de minutos más.

Llega mi orden, activo la pantalla de mi teléfono móvil 7:20 p.m.

Suspiro y doy un sorbo a mi taza.

Giro mi cabeza para mirar alrededor para ver si de casualidad alcanzó a divisar a mi cita de esta noche. Mucha gente sin embargo ninguna es la persona a la que veria en este lugar.

7:40 p.m.

Pido un postre, y mientras llega saco el libro que cargo en mi bolso.

Comienzo a leer el pequeño libro, me pierdo entre las lineas de aquella historia hasta que la lampara de mi teléfono móvil comienza a alumbrar anunciando una notificación, un mensaje.

Suspiro dejando mi preciado libro sobre la mesa, y tomo el teléfono móvil, suspiro al ver el nombre de contacto al cual le pertenece aquel mensaje.

Leo el mensaje.

Lo lamento, se fue la luz en mi casa y no pude cargar mi teléfono, ¿sigues queriendo que nos veamos hoy?

Una pequeña risa sale de mi, niego con la cabeza y tomó la mejor decisión que pude haber tomado el día de hoy. "Bloquear contacto"

No pretendo dar detalles del porque tomé la decisión, solamente fue suficiente para mi.

8:15 p.m.

Mi mirada va a la pequeña mesa frente a mi, mi libro sobre la mesa, una taza a medio tomar con marcas de mi labial en ella, y el postre de igual forma a medio comer, sería una bonita imagen de Pinterest. Decido tomar una foto con el teléfono móvil.

Pido la cuenta, dejó el dinero sobre la mesa y camino por las calles del ciudad. El lugar se vuelve más llamativo de noche, niños corriendo por los pasillos, parejas de jóvenes y ansianos en las bancas de alrededor de la explanada, se respira un sentimiento de compañía.

Llego a la estación del tren para dirigirme mi bello hogar.

Aproximadamente 40 minutos después por fin entro a mi departamento encontrando con unos ojos negros, y una colita moviendose de un lado a otro. ¡Guau!

—Hola bonito ¿como estas?— hablo en un tono de voz como si estuviera hablando con un bebé.

Ingreso al lugar, me despojo de suéter y botas con tacón. Lleno los platos de mi peludo amigo para que no los mueva durante la noche. Camino hacia mi habitación mientras le mando un mensaje a mi mejor amiga.

No llego.

Inmediatamente me llega su respuesta.

Tiene que ser una broma, ¿es en serio?

Contigo siempre      Joseph Quinn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora