Dos meses después.
—De acuerdo, cariño. —Joe mantiene la vista en el camino mientras conduce con una mano al volante y con la otra sostiene mi mano —Respira conmigo.
Decenas de veces las madres te hablan acerca del dolor del parto, es increíblemente doloroso, sin embargo siempre lo adornan con el hecho de tener a tus hijos en brazos es la sensación más maravillosa del mundo lo cual no aminora el dolor que atraviesa mi espina dorsal.
Cierro los ojos ante el dolor que me atraviesa.
Había comenzado labor de parto hace 4 horas, se preguntarán porque hasta este momento vamos al hospital. La respuesta corta es que no sabía que eran contracciones de labor de parto. Y la respuesta larga es que hace unas semanas había comenzado con contracciones de braxton hicks, por lo que el médico me había dicho estas contracciones son de falsa alarma y esto resuelve el porque no había notado que había comenzado labor de parto.
Un grito sale de mi.
—¿Cuanto falta? —mi frente está empapada en sudor.
—Estamos cerca, solo cinco minutos más.
—Joe, detente no creo que quieran esperar cinco minutos más— un grito sale de mi garganta al sentir como el hueso de mi cadera quiere partirse en dos.
—Val, no pueden nacer en el auto, hay todo un equipo de médicos esperando en el hospital.
Antes me preguntaba cómo era posible que las embarazadas supieran en qué momento exacto pujar, algunas veces creía que era por indicaciones del médico o los aparatos qué hay en la sala de partos, que equivocada estaba, mi cuerpo me indica cuando pujar y no puedo evitarlo.
—No cariño, no pujes aún.
—Cierra la boca y conduce— le grito entre dientes, retiró el short de mi pijama y me quedo solo con la enorme playera que utilizo para dormir.
Una nueva contracción me obliga a pujar.
Joe estaciona y sale de inmediato del auto, camilleros llegan rápido al auto pero no puedo moverme. Joe abre la puerta he intenta sacarme del auto, de un manotazo apartó su agarre.
Un grito desgarrador sale desde el fondo de mi esófago, siento el picor, mis ojos se cierran con fuerza mientras la presión se libera.
Aunque mi mente está nublada por el dolor mi cuerpo reacciona de inmediato y tomo al pequeño ser humano en brazos.
—Ay carajo. —la voz ahogada de Joe.
El obstetra llega corriendo a nosotros, aparta a Joe de la entrada y estira su manos al pequeño bebé en mis brazos.
—Oh querida— habla el hombre mayor. Cubre mis piernas con una enorme manta. —Entremos antes de que nazca el otro.
Asiento. Sin soltar a mi bebé que cubrimos con una pequeña frazada y que llora de inmediato me trasladan en una camilla a la sala de partos, entramos por urgencias y atravesamos varios pasillos.
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Contigo siempre Joseph Quinn
RomanceÉl la promesa del año, actor reconocido. Ella una simple mortal. Él solo quiere ser tratado como un ser humano. Ella quiere un lugar seguro. Sus caminos se cruzan por azares del destino, son lo que el otro necesita. ¿Pero eso es suficiente para ma...