Capitulo veintidós: Hace 11 años.

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Joe

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Joe

—¿A qué te refieres?— puedo ver el pánico en su rostros, sus ojos se abrieron con sorpresa.

Quizá no comencé con el mejor argumento que pude, me puedo imaginar las docenas de escenarios que pueden estar pasando por la mente de la morena frente a mi. Pero quiero contarle toda la historia, quiero hacérselo saber, Val no merece que le guarde secretos y por el comportamiento que tuvo Gen esta noche puedo deducir que tiene muchas dudas, dudas que planeo resolver yo mismo.

—De acuerdo, no pienses que te engañe o algo así.

—Bueno no me culpes, no fue la manera más acertada de comenzar —habla con ese tono burlón de cuando está nerviosa.

—Yo sé qué tal vez tienes muchas dudas—comienzo —Y las resolveré, pero no aquí ¿Podemos ir a mi departamento?

Mi departamento es el más cerca del pub, no podría dejar pasar tanto tiempo dejando que ella pueda torturarse pensando en lo que planeo contarle.

—Está bien.

No tarda en aceptar. Pronto nos encontramos fuera del baño del pub que ya tenía una fila esperando poder entrar, una de las chicas en la fila nos mira con desaprobación, claro puedo imaginar que ella debe pensar que nos enrollamos en dentro del baño, nada más alejado de la realidad. Nos despedimos de las personas presentes en nuestra mesa. Arthur se había llevado a Gen a casa, algo que agradezco pues no me apetecía lidiar con ella después del mal rato que le hizo pasar a Val.

No puedo escuchar que es lo que Val le dice a su amiga, solo por un momento ambas me miran y asienten. Me remuevo un poco sobre mi lugar de pie siendo el centro de algunas miradas.

Marcus se acerca a mi.

—Escuché que ya se van.

Asiento —Así es.

Ambos estréchanos nuestras manos, siento el apretón más fuerte del chico frente a mi.

—Ella te escogió a ti. —su mirada cambio de una amigable a una un poco más intimidante. —No te atrevas a romperle el corazón o yo te romperé algo.

En otro momento me reiría bastante fuerte por sus palabras.

—¿Ahora estamos en High school?

Se encoge de hombros y me suelta la mano.

—Solo te advierto.

—No pretendo lastimarla.

El castaño asiente haciéndose a un lado dejándome ver el rostro de mi novia. Tomamos un taxi fuera del pub, durante el trayecto ninguno habla, es como si casa uno se mantuviera en su propio mundo, prisionero de su propia mente, una vez entramos a mi departamento dejo escapar un suspiro.

—¿Quieres agua o quizá té?

—Vamos Joe, no hagas más larga la espera. ¿Qué sucede?

Trago duro, medito mis palabras pero no hay forma correcta de dejar salir lo que planeo contar, solo lo dire.

Contigo siempre      Joseph Quinn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora