Capítulo treinta y dos: Miedo

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Un mes después

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Un mes después.

Me acerco a tocar la puerta de la gran casa en la que había estado ya muchas veces.

—Val, querida— me saluda Anne al segundo de abrir la puerta principal.—Vamos entra.

—Hola Anne.

Se hace a un lado dejándome pasar al interior de la casa, todo parece tan familiar y distante a la vez, es mi sentir, todo luce exactamente igual pero se siente como si ya no perteneciera al lugar.

—¿Té?

Rio un poco.

—Me encantaría.

Las dos caminamos a la cocina, a lo lejos veo aquel patio donde me divertí hace unos meses. Anne se mueve por la cocina, la tetera con agua sobre la estufa, baja un par de tazas junto a platos pequeños y unas bolsas de té.

—Tengo té verde, de limón, manzanilla y lavanda

Me muestras la cajita con distintos sobres que contienen las bolsas de té. Tomo uno.

—¿Qué te trae por aquí, querida?—acaricia mi mano —no me mal entiendas, te extrañaba pero hace semanas sólo venías para dejar a Zac.

—Era difícil Anne.

—Lo entiendo— hace una pausa tomando asiento frente a mi.—Pero siempre serás bienvenida a esta casa.

Le sonrió genuinamente— Te lo agradezco Anne.

—¿Qué te aflige, Val?

Suspiro, desde hace un mes no paro de dar vueltas a los asuntos respecto las propuestas que han llegado a mi vida, el proyecto por varios países del mundo haciendo lo que realmente se y que me encanta, ayudar a la gente, y la propuesta de matrimonio de JJ.

—No se por donde empezar.

Un tiempo después he terminado de contarle mis aflicciones a Anne, la taza de té había sido reemplazada por una botella de vino y para estos momentos me encuentro un poco ebria, lo único bueno es que Zac se encontraba con Joseph, había pedido pasar el día con él, por lo que sabía había pasado el último mes en grabaciones por lo que en su descanso había viajado a Londres para visitar a su madre y pasar tiempo con Zac, lo que me dejaba la tarde libre para beber con la mamá de mi ex.

—¡Oh Val! Ahora entiendo. —Anne se tropieza un poco con sus palabras lo que me hace un poco difícil en entenderle.

—Y no sé qué hacer.

—¿Sientes algo por este chico?

Rio un poco, incrédula por su pregunta.

—Solo es un buen amigo— suspiro, mi cabeza da un poco de vueltas lo que hace notable el nivel de alcohol en mi sangre —No deberia decirle esto a la madre de mi ex, pero aún lo extraño por las noches.

Contigo siempre      Joseph Quinn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora