Capítulo V - 3

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Emilia

Carlos está al lado de mi padre en el jardín, cerca de donde preparan la carne asada, su pelo desordenado con tierra por el camino en motocicleta, sus mangas dobladas hasta la mitad de sus antebrazos, sus manos en los bolsillos mientras hablan algo que yo no tengo idea, León se acerca a ellos a conversar mientras Tami llega a mi lado.

—Mira lo relajado que está Carlos aquí, como si ya fuera de la familia —ríe con un corazón de mango en sus labios.

—Es bastante intenso, ya quiere todo —suspiro sentándome en un sofá.

—Tampoco tienes quince años, Emilia, si te gusta no sería malo que pensaras en un tipo de futuro, aunque no sea con Carlos... pero no entiendo por qué no podría ser.

—No, Tami —murmuro poniendo mis ojos en blanco.

—Pero, ¿Por qué no?

—Porque no. —respondo estirando mi mano para tomar un poco de cabritas de la mesa— No recuerdo ni mi pasado y voy a pensar en un futuro.

—Dame motivos, Emilia, —insiste sentándose a mi lado— que no recuerdes tu pasado no es tu culpa, no deberías castigarte por eso.

—Primero que todo no; segundo, apenas nos conocemos; tercero, no sé, no te metas, mocosa.

—Qué motivos más malos, Emilia, es sólo porque no quieres ver que es lindo, simpático, divertido, amable... 

Carlos me mira con una sonrisa desde donde está, como si supiera que Tami está literalmente vendiendo la idea de él, yo, y un futuro juntos. Pero no, necesito estar totalmente segura antes de siquiera considerar la idea, no soportaría que Carlos rompiera mi corazón. 

Pero por ahora disfruto verlo en el jardín de la casa de mis abuelos, sucio y cansado; mirándome de vez en cuando mordiendo suavemente su labio o sacando su lengua para humedecer sus labios.

—Un día podrías venir a jugar fútbol, o podríamos hacer un juego entre nosotros, tú, tus hermanos y tus primos —dice Franco en medio de la cena.

—¡Si! —exclama León mientras Carlos afirma mi mano, los miro frunciendo el ceño.

—Sería divertido, —sonríe Carlos, demasiado amable con estos animales para mi gusto— les voy a decir a todos y nos organizamos, podría ser en mi casa, hay una cancha de fútbol donde siempre jugamos.

—Sólo espero que no sea una excusa para golpearse entre todos —murmuro a León que pone sus ojos en blanco sentado frente a mí en la mesa.

—Emilia, claro que no—León me mira con una mano en su pecho como si estuviera ofendido por mi comentario, como si yo no supiera que lo hacen para golpearse con la familia de Carlos bajo la excusa del juego.

...

—Entonces, no era sólo conducir —mi padre llega a mi lado mientras lavo los platos de la cena.

—Papá, sí y no.

—Bueno, sólo ten cuidado y si te hace algo avísame para partir sus huesos —murmura casualmente.

—Papá, qué violento, no es necesario.

—Es un decir, entiéndeme, primera vez que traes un novio o algo por el estilo y es extraño —sonríe alejándose— si quieres puede quedarse un rato más.

Claramente planeo que Carlos se quede otro poco, así que apenas todos comienzan a desaparecer del jardín y el comedor, lo llevo hasta mi habitación, fijándome que nadie nos esté viendo.

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora