Capítulo 0 - Extra

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Arturo

Despierto cuando siento la ducha de Carlos del otro lado del pasillo, me doy vuelta en la cama intentando volver a dormir, quizás puedo dormir un poco más, después de todo, no tengo intención de ir a misa o al pueblo muy pronto. Carlos abre mi puerta después de unos minutos, finjo que estoy dormido y lo veo de reojo sacar de mi perfume. Se devuelve sólo para lanzar una almohada en mi cabeza y salir corriendo. 

Me rindo, no puedo volver a dormir, estar otro verano en Bapi me estresa, me estresa no saber qué pasó con Emilia, no poder verla, no saber dónde está, no poder abrazarla. Camino a la ducha y doy el agua caliente, cae por mis brazos, por el tatuaje, mi único tatuaje. Cuando abro el clóset para sacar mi ropa, encuentro al final de todo, la caja, la abro y veo la cara de Emilia en la primera foto, su sonrisa. 

—Arturo —Benjamín abre mi puerta de golpe, yo lo miro molesto.

—¿Qué? 

—¿Vamos en moto al pueblo? —pregunta con una sonrisa, mocoso, ¿Cómo podría decirle que no a esos eternos ojos de cachorro? Siempre va a ser mi hermano menor, me cuesta verlo tan grande, parece que el tiempo pasa y lo sigo viendo como el mocoso lleno de tierra que nos sigue a todas partes. 

Me visto y pongo mi casco para salir con él, va delante de mí e intenta levantar la rueda de adelante de su nueva moto, no puede, me río dentro del casco y acelero un poco para ir a su lado, golpeo su casco, me mira y le muestro como levantar la rueda, con un poco más de fuerza que su moto anterior. 

Pasamos por fuera de la casa de los abuelos de Emilia, damos unas vueltas por el pueblito, por la feria de verduras que está recién abriendo, llegamos a la plaza y Carlos está ahí sentado. 

—¡Carlos! —exclama Benjamín sacudiendo los hombros de Carlos que mira a la salida de la iglesia.

—¿Tú sabías que Emilia viene a la misa? —Benja se sienta a su lado mirando a la gente salir de la misa cuando llego a ponerme de pie con las manos en la cadera frente a ellos, el casco de la moto descansa sobre mi pelo mientras miro a la gente salir de la iglesia, miro unos segundos a Emilia sin poder creer que es real, mi boca se abre para hablarle, pero ella aparta su mirada. 

Emilia está acá, mi corazón corre, no sabía que mi corazón podía latir tan rápido; su pelo ahora está corto, pero se ve igual de hermosa que siempre. Carlos no deja de hablar de ella, le pregunta a Benjamín, como si ellos supieran algo de Emilia. Podría preguntarme a mí para decirle que mejor no la mire tanto, que es mía, o que si quiere le cuento cómo la hice gemir mi nombre una y otra vez hace unos años. No lo haría, pero debería, para dibujar el límite. 

No me mira, en lo absoluto, intento atrapar su mirada, pero ella me ignora. Hasta que la encuentro caminando sola entre los toldos con fruta. 

—Hola —murmuro acercándome a ella, se espanta y me mira hacia arriba.

—Hola —responde y sigue caminando.

—Soy Arturo —digo en caso de que me esté confundiendo con Carlos.

—Emilia —dejo escapar una risa que ella no comparte, sigue caminando.

—Lo sé —respondo y se detiene unos segundos, voltea y me mira a los ojos, algo falta.

—Lo siento... ¿Cómo era? —habla para ella misma, sonrojada— Tuve un accidente en auto y perdí un poco de mi memoria, me han dicho que debería decirlo cuando alguien me conoce y yo no.

—¿Sí? —pregunto mirando sus ojos, no me está mintiendo, está avergonzada, como si fuera su culpa no tener idea de quién soy, no me molesta, puedo vivir con eso, prefiero que me haya olvidado antes de lo que pensé todo este tiempo, siempre pensé que me odiaba— Yo si te recuerdo, de hecho, tengo muchos recuerdos contigo. 

Lo Que Quede De Verano © [Disponible En Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora